Fuente: carta escrita por Emiliano Tejera, al Gobernador Civil de la Provincia de Santo Domingo, en fecha 30 de mayo de 1918. Publicado en la Revista CLIO, año IX . Núm. XLIX y L. septiembre a diciembre de 1941, págs.204 a206
Los nombres que ha tenido la isla son: Haití, Española, Hispaniola y Santo Domingo. El nombre de Hispaniola, tal como suena no ha sido corriente en la Isla de Santo Domingo. Esta palabra fue creada por los autores que escribieron en latín, entre ellos Pedro Mártir, acerca del nuevo mundo, refiriéndose a la isla, ya que el nombre de España en latín es Hispaniola
Los poetas adoptaron este nombre por más armónico, pero nunca llegó a generarse en público. Sólo algunos mapas antiguos tienen los nombres en latín, usaron el nombre de la Hispaniola. No se recuerda que Colón haya usado nunca ese nombre.
Cristóbal Colón arribó a esta isla por primera vez el 6 de diciembre de 1492, y en los tres días que siguieron a este examinó con cuidado todo lo que veía, y le pareció que esta tierra se asemejaba a la de Castilla y apartándose de su costumbre de darle a las tierras que descubría nombres religiosos o de príncipes, reyes, el domingo 9 de diciembre la denominó” Española”.( no Hispaniola).
Nombre que aceptaron los reyes católicos y que fue usado en la mayor parte de los actos oficiales hasta los últimos tiempos de la dominación Española en la isla. Colón en su carta al escribano de los Reyes Católicos, Luís de Santangel, en 15 de febrero de 1493, al hablar de sus descubrimientos dice. “del cual cabo (de Cuba) había otra isla al oriente, distante de esta diez e ocho leguas, a la cual puse el nombre la Española”
En su carta a Rafael Sánchez, en 14 de marzo de 1493, y la cual fue traducida inmediatamente al latín por Leandro Cosco, y sirvió para dar a conocer al mundo el gran acontecimiento, Colón llama a esta isla Española. Lo mismo en la carta que dirigió a su Santidad en febrero de 1505, donde la denominaba “Isla española”. Colón siempre llamó a la isla Española, nunca Hispaniola.
Juan de la Cosa, compañero de Colón, en su mapa de 1500 llama a esta isla “La Española”, Alberto Cantino, en su mapa de 1502 la llama “llha Espanholla”. Mártir Waldeseemuller, en su mapa hecho ante de 1503 y publicado en Estrasburgo, en una edición de Tolomeo, en 1513, llama a la isla Spagnolla, Johann Kuysch en su mapa de 13 de agosto de 1508, la llama Spagnola, en el Lenox Globe, de 1510, se llama también Spagnola.
También es cierto que Orontino Tinaens en 1531 y Gerard Mercader en 1541 llamaron a la isla “Hispaniola” tal vez debido a que en sus mapas figuran los nombres en latín o porque ya para esa fecha Pedro Mártir y demás latinizantes habían inventado el nombre de Hispaniola. No obstante el uso oficial y aún el notarial, aplicado a la isla, fue prevaleciendo sobre el de la española, sobre todo después de mediado del siglo XVII
Haití, según los autores españoles antiguos que hablan de las Indias, era el nombre que tenía la Isla a la llegada a ella de Cristóbal Colón, y significaba tierra elevada. Pedro Mártir, supo que se llamaba también Quisqueya; pero esto no ha podido comprobarse hasta ahora.
El nombre de Haití, como nombre de la isla despareció casi por completo al desaparecer los haities y sólo revivió para la parte occidental de la isla al fundarse en 15804 la nacionalidad haitiana. No hay ninguna razón de peso para justificar que la resurrección de ese nombre de un pueblo desaparecido por completo.
Cuando Cristóbal Colón encargó a su hermano Bartolomé visitase el sur de esta isla para ver sui en el podía fundad una ciudad marítima, poco después fue fundada en la orilla izquierda de la ría Ozama la ciudad de Santo Domingo, dándole este nombre Bartolomé en memoria de Dominico Colombo, padre de ambos Colones. Cristóbal Colón quería ponerle a la nueva ciudad Nueva Isabela, pero varió de parecer cuando supo que el nombre dada a la nueva ciudad era el de su padre.
“Santo Domingo del Puerto de la Española” se llamó la primera ciudad del sur de la isla y allí debía ser vilipendiados y cargados de cadenas el Descubridor del Nuevo Mundo y sus hermanos. Poco años después Nicolás de Ovando, Gobernador de la Colonia, pasó la ciudad a la parte derecha del Río Ozama. La nueva ciudad se engrandeció rápidamente; fue punto de escala de los busques españoles que venían a América, tuvo Audiencia, obispado primero y después arzobispado y poco a poco el nombre de la ciudad de -- Santo Domingo-- fue aplicándose a toda la isla, haciendo olvidar casi por completo el de Haití y relegar a las oficinas y a las notarias el de Española.
Al ocupar los franceses, en 1630 la parte occidental de la Isla, el nombre de Santo Domingo se generalizó por completo. La Iglesia contribuyó bastante a este cambio de nombre de la isla. Los obispos y arzobispos lo fueron siempre de Santo Domingo, no de Haití, ni de La Española. Al principió había dos obispados, el de La Vega y el de Santo Domingo, pero suprimido el de La Vega, toda la isla entraba en el territorio sometido a la jurisdicción del arzobispo de Santo Domingo.
Después el nombre de “Isla de Santo Domingo” era usado por el mismo gobierno español. El tratado de Aranjuez del 3 de junio de 1777 se ocupa del arreglo de fronteras entre Francia y España en la Isla de Santo Domingo. A fines del siglo XVIII. Mr. Moreau de St. Mery publicó una descripción de la Parte española de Santo Domingo y otra de la Parte francesa de la misma isla
El nombre de la española que Cristóbal Colón le dio a la isla es uno de sus errores de apreciación, pues Santo Domingo, en sus bosques, valles, y montañas no se parece a España. Además no siendo españoles los habitantes de Santo Domingo, no tiene razón de ser esa denominación
Cuando el 16 de junio de 1838 se reunieron a las once de la mañana, en una casa de la plaza del Carmen los nueve trinitarios: Juan Pablo Duarte; Vicente Celestino Duarte; Tomás de la Concha; Pedro A. Pina; Juan Isidro Pérez; Presb. José Antonio Bonilla; Presb. Pedro Carrasco; Ramón M. Mella; y Francisco del Rosario Sánchez, juraron destruir la ignominia de que la Cuna de la América fuese la esclava de Haití y se comprometieron con igual solemnidad a fundar un estado libre y soberano que se llamase República Dominicana. Derivaban este nombre del de Santo Domingo que tenia la Isla y que a su vez procedía del de Dominico Colombo padre del descubridor.
El nombre de Santo Domingo llevado por la isla exige que la República se llame dominicana y no de Santo Domingo, pues no hay una sola república en la isla. Sino dos. Sobre esto se dictó hace años una disposición. ( el autor no especifica nombre y fecha de tal disposición). Además el nombre de Santo Domingo tiene el inconveniente de que los haitianos genéricamente serían dominicanos, cosa que a ellos no les gustaría de ningún modo, como a nosotros no nos gustaría que nos llamasen haitianos, aunque este nombre lo haya llevado el gran Petión.
Pero el mismo inconveniente tienen todos los nombres de la isla. Ni a los españoles les agradaría que a los haitianos fuesen llamados españoles o hispanolenses, pues no son de raza hispana, ni a los haitianos le gustaría esas denominaciones pues ellos si tienen algunas simpatías por los europeos, es ´por los franceses cuyo idioma muchos de ellos y todos entienden. Creo que los haitianos preferirían, en último caso, el nombre genérico de dominicenses, que es un nombre derivado del padre del Descubridor de la isla, al hispanolenses que le hace aparecer, falsamente, como de raza hispánica. Darle a la isla un nombre nuevo o desusado. A más de lo que tiene, más bien que disminuir los errores geográficos que cometen los ignorantes y descuidados, sería aumentarlo pues con eso nombre más se acrecentaría los motivos de confusión
Casi de más está decir que a mi (Emiliano Tejera), es que no se haga cambio alguno en el nombre de la isla, que hoy todos o casi todos llaman Santo Domingo. En estos estoy de acuerdo con la gran mayoría de los habitantes de la isla y tal vez, con la de los hombres ilustrados de las demás países.
Le saluda a Ud. atentamente. E. Tejera.
Nota: Reproducimos integro el contenido de esta carta, por considerar que el lector debe hacerse el juicio que le considere conveniente, nuestro parecer es obviado, para no distorsionar el contenido histórico del documento de Don Emiliano Tejera. Publicado por vez primera en el Periódico Listín Diario, en fecha 20 de junio de 1931