Reflexión Histórica
HAY QUE PRESERVAR EL NOMBRE DE LA VEGA
César Arturo Abréu Fernández
LA VEGA El 12 de marzo del 1494, habiendo partido Cristóbal Colón desde La Isabela y al mostrarse ante sus ojos la fértil llanura que hoy conocemos como Valle del Cibao, quedó grandemente impresionada y maravillada. Pero permitamos que sea el Padre Las Casas quien nos lo describa: “…la vista de ella es tal, tan fresca, tan verde, tan descombrada, tan pintada, toda llena de hermosura, que ansí como la vieron les pareció que habían llegado a alguna región del Paraíso, bañados todos de entrañable alegría, y el Almirante, que todas las cosas más profundamente consideraba, dio gracias a Dios y púsole nombre
LA VEGA REAL”. Posteriormente, conforme coinciden la mayoría de nuestros historiadores, el 8 de diciembre de ese mismo año, fundó a orillas del Río Verde y próximo al asentamiento indígena de El Guarícano, el fuerte que bautizó con el nombre de La Concepción de LA VEGA, en torno al cual se fue conformando la ciudad del mismo nombre. Años más tarde, por disposición de Bartolomé Colón, fue trasladada la ciudad media legua hacia el este, lugar de la actual Vega Vieja, pero conservando el mismo nombre.
Es en esa ciudad de La Concepción de LA VEGA donde se producen incontables primicias en América, irrumpiendo fuertemente el nombre de LA VEGA en la historia del Nuevo Mundo; entre esas primicias continentales cabe destacar: el bautismo de los primeros indios en el 1496; en el 1502 funden las primeras monedas; el primer monasterio en el 1503;
Fray Bartolomé de Las Casas oficia la primera Misa Nueva en el 1510 y ese mismo año Fray Pedro de Córdova predicará el primer sermón a favor de los indios; mediante la bula Romanus Pontifex, el Papa Julio II creó la diócesis de La Vega en 1511; de igual forma Fray Ramón Pané publicó el primer libro y se plasmó la primera pintura, entre otras tantas primicias de LA VEGA, que sería prolijo enumerar.
Cuando en el 1562 un terremoto destruyó la ciudad, sus habitantes se trasladaron hasta el lugar que hoy ocupamos, refúndanlo nuevamente la ciudad como La Concepción de LA VEGA.
En todos los casos y por extensión, se llamó LA VEGA a toda la región circundante bajo la influencia administrativa y religiosa de La Concepción de LA VEGA, tanto así que en el 1795, siendo la isla todavía colonia de España, se dividió en cinco partidos, los cuales eran: Santo Domingo, Santiago, LA VEGA, Azua y El Seibo. De igual manera lo hizo la Asamblea General haitiana del 1801, cuando fuimos invadidos por Toussaint Louverture, designando a LA VEGA como distrito.
Luego de la Reconquista y nuevamente bajo el dominio de España en el 1810, la parte española fue reconocida como una provincia de ultramar, compuesta por cinco partidos, siendo LA VEGA el Segundo Partido del Norte.
Al proclamarse la Independencia Nacional el 27 de febrero de 1844, la Junta Central Gubernativa, mediante decreto de fecha 24 de julio de ese mismo año, dividió el país en cinco departamentos con fines electorales, siendo el Departamento de LA VEGA uno de ellos. Posteriormente y al proclamarse la Primera Constitución de la República, el 6 de noviembre de 1844,
LA VEGA quedó consagrada como una de las cinco provincias originales del país, siendo las demás: Santo Domingo, Azua, Santiago y El Seibo. Aún más, al proclamarse en el año 1858 la Constitución conocida como la de Moca, LA VEGA es nuevamente ratificada como una de las cinco provincias que conforman la Nación.
Al producirse la anexión a España en el 1861, la Capitanía General del País lo divide en seis gobiernos, LA VEGA uno de ellos, con sus tenencias, comandancias de armas y puestos militares, contando LA VEGA con las tenencias Moca y Macorís, las comandancias de armas de Jarabacoa y Cotuí y los puestos militares de Cívico y Matanzas.
En el año 1880, nuevamente como República Dominicana, al proclamarse la Constitución del 18 de mayo, el país quedó dividido en cinco provincias, siendo LA VEGA nuevamente una de ellas con tres distritos.
La condición de provincia le es ratificada a LA VEGA en las Constituciones de 1895, 1907, 1935, hasta la fecha, incluyendo todas las modificaciones a las que ha sido sometida nuestra Carta Magna.
En el aspecto patriótico, el nombre de LA VEGA ha estado siempre asociado de manera decisoria a los más importantes acontecimientos nacionales. Así, el 4 de marzo del 1844, conjuntamente con contingentes de Jarabacoa y zonas aledañas, fue la primera población del Cibao en adherirse a la causa independentista, participando activamente en las batallas del 30 de marzo, Beller y Sabana Larga-Talanquera. De igual manera, el 26 de agosto de 1863,
LA VEGA fue la primera ciudad en pronunciarse valientemente y en armas a favor de la Restauración, después del Grito de Capotillo. En todas esas epopeyas, el nombre de LA VEGA estuvo en la mente, en el corazón y en los labios de sus héroes como timbre de orgullo.
Por otro lado, existe un sentimiento de arraigo o pertenencia, desarrollado por generaciones, que vincula a los seres humanos con el nombre y el lugar donde nacieron, donde sintieron el aire que respiraron; el agua que mitigó nuestra sed, la sombra que nos abrigó, las calles y caminos que recorrimos, etc.
Ello crea un cordón umbilical indisoluble, una empatía, una especie de energía de pertenencia con nuestro entorno y los nombres a él asociados, muy difícil, por no decir imposible, de romper; más aún en el caso de LA VEGA donde ese vínculo ha existido por más de quinientos años de sueños, anhelos y realizaciones.
El nombre de LA VEGA es el único que aún persiste en el país en una comunidad vigente, de los dados originalmente por Colón. Ello de por sí es una razón más que suficiente para preservarlo. Pero aparte de eso, hemos demostrado hasta la saciedad, la importancia histórica, religiosa y patriótica, eximiéndonos de entrar por ahora en los campos de la cultura, tradiciones, deportes y política, que acarrean el nombre de LA VEGA en la historia de América y en la conformación de nuestra nacionalidad.
Querer despojarnos del gentilicio de “vegano” sería como arrancarnos parte del alma. Pretender cambiarle el nombre a la Provincia de LA VEGA constituiría un flagrante desconocimiento y tergiversación de la historia y más que eso, una inaceptable aberración.
HAY QUE PRESERVAR EL NOMBRE DE LA VEGA
César Arturo Abréu Fernández
LA VEGA El 12 de marzo del 1494, habiendo partido Cristóbal Colón desde La Isabela y al mostrarse ante sus ojos la fértil llanura que hoy conocemos como Valle del Cibao, quedó grandemente impresionada y maravillada. Pero permitamos que sea el Padre Las Casas quien nos lo describa: “…la vista de ella es tal, tan fresca, tan verde, tan descombrada, tan pintada, toda llena de hermosura, que ansí como la vieron les pareció que habían llegado a alguna región del Paraíso, bañados todos de entrañable alegría, y el Almirante, que todas las cosas más profundamente consideraba, dio gracias a Dios y púsole nombre
LA VEGA REAL”. Posteriormente, conforme coinciden la mayoría de nuestros historiadores, el 8 de diciembre de ese mismo año, fundó a orillas del Río Verde y próximo al asentamiento indígena de El Guarícano, el fuerte que bautizó con el nombre de La Concepción de LA VEGA, en torno al cual se fue conformando la ciudad del mismo nombre. Años más tarde, por disposición de Bartolomé Colón, fue trasladada la ciudad media legua hacia el este, lugar de la actual Vega Vieja, pero conservando el mismo nombre.
Es en esa ciudad de La Concepción de LA VEGA donde se producen incontables primicias en América, irrumpiendo fuertemente el nombre de LA VEGA en la historia del Nuevo Mundo; entre esas primicias continentales cabe destacar: el bautismo de los primeros indios en el 1496; en el 1502 funden las primeras monedas; el primer monasterio en el 1503;
Fray Bartolomé de Las Casas oficia la primera Misa Nueva en el 1510 y ese mismo año Fray Pedro de Córdova predicará el primer sermón a favor de los indios; mediante la bula Romanus Pontifex, el Papa Julio II creó la diócesis de La Vega en 1511; de igual forma Fray Ramón Pané publicó el primer libro y se plasmó la primera pintura, entre otras tantas primicias de LA VEGA, que sería prolijo enumerar.
Cuando en el 1562 un terremoto destruyó la ciudad, sus habitantes se trasladaron hasta el lugar que hoy ocupamos, refúndanlo nuevamente la ciudad como La Concepción de LA VEGA.
En todos los casos y por extensión, se llamó LA VEGA a toda la región circundante bajo la influencia administrativa y religiosa de La Concepción de LA VEGA, tanto así que en el 1795, siendo la isla todavía colonia de España, se dividió en cinco partidos, los cuales eran: Santo Domingo, Santiago, LA VEGA, Azua y El Seibo. De igual manera lo hizo la Asamblea General haitiana del 1801, cuando fuimos invadidos por Toussaint Louverture, designando a LA VEGA como distrito.
Luego de la Reconquista y nuevamente bajo el dominio de España en el 1810, la parte española fue reconocida como una provincia de ultramar, compuesta por cinco partidos, siendo LA VEGA el Segundo Partido del Norte.
Al proclamarse la Independencia Nacional el 27 de febrero de 1844, la Junta Central Gubernativa, mediante decreto de fecha 24 de julio de ese mismo año, dividió el país en cinco departamentos con fines electorales, siendo el Departamento de LA VEGA uno de ellos. Posteriormente y al proclamarse la Primera Constitución de la República, el 6 de noviembre de 1844,
LA VEGA quedó consagrada como una de las cinco provincias originales del país, siendo las demás: Santo Domingo, Azua, Santiago y El Seibo. Aún más, al proclamarse en el año 1858 la Constitución conocida como la de Moca, LA VEGA es nuevamente ratificada como una de las cinco provincias que conforman la Nación.
Al producirse la anexión a España en el 1861, la Capitanía General del País lo divide en seis gobiernos, LA VEGA uno de ellos, con sus tenencias, comandancias de armas y puestos militares, contando LA VEGA con las tenencias Moca y Macorís, las comandancias de armas de Jarabacoa y Cotuí y los puestos militares de Cívico y Matanzas.
En el año 1880, nuevamente como República Dominicana, al proclamarse la Constitución del 18 de mayo, el país quedó dividido en cinco provincias, siendo LA VEGA nuevamente una de ellas con tres distritos.
La condición de provincia le es ratificada a LA VEGA en las Constituciones de 1895, 1907, 1935, hasta la fecha, incluyendo todas las modificaciones a las que ha sido sometida nuestra Carta Magna.
En el aspecto patriótico, el nombre de LA VEGA ha estado siempre asociado de manera decisoria a los más importantes acontecimientos nacionales. Así, el 4 de marzo del 1844, conjuntamente con contingentes de Jarabacoa y zonas aledañas, fue la primera población del Cibao en adherirse a la causa independentista, participando activamente en las batallas del 30 de marzo, Beller y Sabana Larga-Talanquera. De igual manera, el 26 de agosto de 1863,
LA VEGA fue la primera ciudad en pronunciarse valientemente y en armas a favor de la Restauración, después del Grito de Capotillo. En todas esas epopeyas, el nombre de LA VEGA estuvo en la mente, en el corazón y en los labios de sus héroes como timbre de orgullo.
Por otro lado, existe un sentimiento de arraigo o pertenencia, desarrollado por generaciones, que vincula a los seres humanos con el nombre y el lugar donde nacieron, donde sintieron el aire que respiraron; el agua que mitigó nuestra sed, la sombra que nos abrigó, las calles y caminos que recorrimos, etc.
Ello crea un cordón umbilical indisoluble, una empatía, una especie de energía de pertenencia con nuestro entorno y los nombres a él asociados, muy difícil, por no decir imposible, de romper; más aún en el caso de LA VEGA donde ese vínculo ha existido por más de quinientos años de sueños, anhelos y realizaciones.
El nombre de LA VEGA es el único que aún persiste en el país en una comunidad vigente, de los dados originalmente por Colón. Ello de por sí es una razón más que suficiente para preservarlo. Pero aparte de eso, hemos demostrado hasta la saciedad, la importancia histórica, religiosa y patriótica, eximiéndonos de entrar por ahora en los campos de la cultura, tradiciones, deportes y política, que acarrean el nombre de LA VEGA en la historia de América y en la conformación de nuestra nacionalidad.
Querer despojarnos del gentilicio de “vegano” sería como arrancarnos parte del alma. Pretender cambiarle el nombre a la Provincia de LA VEGA constituiría un flagrante desconocimiento y tergiversación de la historia y más que eso, una inaceptable aberración.