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9 jun 2009

Recuento de Nuestra Historia

Recuento de Nuestra Historia
El Naufragio de la Flotilla Haitiana, en 1845, en la Ensenada de मॉलuis

Recopilación de acontecimientos históricos de Nuestra Nación, este artículo de la obra Cuadernos Históricos Dominicanos, de Cesar A. Herrara, Imp. Dominicana, 1949(todo lo expuesto en este articulo es de la responsabilidad de su autor, solamente hemos transcripto este interesante relato de un acontecimiento de la historia de nuestra nación)
SI Pierrot sufrió en carne viva la derrota infligida por el Ejército Dominicano a las huestes que comandaba en la Batalla del 30 de Marzo, más amarga debió ser para su prestigio la noticia del descalabro de su armada en la épica contienda de Beler, pues en esta fecha ocupaba la Presidencia de Haití.
Semana más tarde, intentando borrar con un golpe de efecto esta derrota, ordenó al general Cadet Antoine, convertido en Almirante de una flota de goletas, realizar una correría por las costas dominicanas, que se hallaban casi desguarnecidas. País todos los hombres hábiles para la guerra se encontraban sobre la línea fronteriza, batallando con sin igual tesón en defensa de la Patria y de la vida
Al atardecer del 21 de diciembre del 1845, Cadet Antoine a bordo de su buque insignia LA UNION, observaba con interés la tierra dominicana en las costas de Puerto Plata, mientras las otras naves, LA GUERRIER, DIEU PROTEGE, Y LA MOUCHE, avanzaban a impulsos de brizas, como emisarios de la ruina y de la muerte. Allí orzaba también una goleta dominicana; La Virginia, que capturada por los haitianos había sido rebautizada con el nombre de LA SIGNIFIE, e incorporada a la flotilla agresora
Instrucciones horrendas habían sido trasmitidas a los comandantes de aquellas fuerzas. Sólo le superaba en crueldad aquella feroz expresión de Herard, de que ´´ su moderación se transformara en una severidad que sorprenderá al universo y que asegurará a Haití una paz profunda y durable´´. (E. Rodríguez Demorizi: Contribución de Santiago a la obra de la Independencia, tomo 4to. Pág. 56)
¿Y en Puerto Plata? Sus bizarras tropas, después de cubrirse de gloria en la Sabana de Beler, se mantenían arma al brazo muy lejos de sus lares amenazados, imposibilitados de acudir a tiempo en su auxilio. Pero había allí un comandante de armas de gran resolución y carácter. Lo era el general Villanueva. La guardia cívica era el núcleo principal de aquellos defensores a los cuales se incorporó cuanto individuo era capaz de matar o morir
Afortunadamente, el comandante Pedro Eugenio Pelletier, había llegado en uso de licencia procedente del cuartel general de Guayubín, y a él se le confió la defensa, junto con José María y Luís Arzeno, oficiales de la guardia cívica
El almirante haitiano, confiado el buen éxito de su improvisada estrategia naval a la oscuridad de la noche, trató de forzar un desembarco entre la nueve y las diez de la noche del domingo 21 de diciembre del 1845, pero en vez de coger la boca hizo rumbo equivocado a Maluis, ( la ensenada de Maluis, se encuentra en Maimón Puerto Plata, una zona de arrecife y coral) y todos los busques, con excepción del último, que al oír la alarma que cundía entre sus compañeros, viró de bordo y se fue para Cabo Haitiano a dar la infausta nueva, cayeron dentro de la Posa del Diablo, que no tiene salida y al bajar la marea quedaron completamente varados. (García: Guerra de la Separación, Pág. 38)
Allí al capricho del viento, de las olas y de los dominicanos, quedaron atrapados los tripulantes de la flotilla punitiva. Tras una breve intentona de resistencia, se rindieron al comandante Pedro Eugenio Pelletier, en número de 157 hombres
El historiador García consigna la categoría de los prisioneros de la manera siguiente: Almirante y general Cadet Antoine; coronel Jean Philipe, cuñado del Presidente Pierrot; teniente coronel, Vallón Simón; tres comandantes; nueve capitanes; dos médicos; siete tenientes; dos alféreces; tres contadores; tres aspirantes; cuatro jefe de cañón; setentas y tres sargentos; cabos y marineros y cincuenta y ocho soldados.
Pasaron a poder de las fuerzas dominicanas, 19 piezas de artillerías, cientos de fusiles, lanzas, pólvora, miles de balas, pote de metralla, y otras cosas más, las perdidas haitiana pueden calcularse en unos 90,000.00 pesos

La noticia de este naufragio produjo gran sensación en Santo Domingo. El general Santana, en su parte oficial al pueblo y al Ejército, relatando este episodio, manifiesta que la divina providencia, tendió una vez más su mano protectora sobre los dominicanos.
Y un sacerdote notable, el Pbro. Doctor Manuel González de Regalado y Muñoz, cura rector y vicario foráneo de la Iglesia San Felipe de Puerto Plata, ofreció un Te Déum en acción de gracias, el 28 de diciembre de 1845, para celebrar el Fausto suceso. En un largo discurso que leyó. Intercaló párrafos sibilinos. ´´ ¿Quién imagináis, católicos, que en la noche del 21 del corrientes, entre las nueve y las diez, estrelló con mano poderosa, contra los arrecifes de nuestra costa de barlovento, a un cuarto de legua de esta ciudad (Puerto Plata), tres de los mejores, y más armados y equipados buques de nuestros activos enemigos? ¿Quién soplara aquel impetuoso viento, que lo condujo por la mano a Maluis, lugar para su encallamiento y ruina?
A los cien años (en la actualidad 164 años) de haberse hecho esas preguntas, nuestra íntima respuesta es la misma que se dieron los patriotas y feligreses de Puerto Plata, bajo las resonantes bóvedas de su templo cristiano.
Otro testigo y relator de los vertiginosos sucesos ocurridos en los días iníciales de la Independencia Dominicana, el cónsul francés, E de Juchereau de Saint Denys, en comunicación dirigida a Guizot, ministro de Asuntos Extranjeros, de Francia, el 21 de enero de 1846, califica el naufragio que ahora cumple cien años de ´´ evenement providentiel qui a seuve ce port dominicain et mis au pouvor de Santana plus de 150 prisonniers haitiens´´
En esa misma comunicación, el cónsul grafómano informa que los haitianos habían sido avisados secretamente de que la flotilla dominicana, había abandonado las aguas de Puerto Plata, para venir a reavituallarse en Santo Domingo ´´ et tout porte a croire que, sans la main invisible de la providence qui cattre fois encoré, s est montrée si favorable aux dominicains, cette tantative aut completement reussi et que la pavillon de Haití flotterait de nouveasu aujourd his a Puerto Plata et peut etre meme a Santiago, capitale du Cibao

Santana, que no se dormía sobre ningún laurel, envió al Cibao, para realizar investigaciones en el teatro de los acontecimientos, al coronel Juan Esteban Aybar, ´´ hombre de su confianza´´. Aquellas investigaciones no dieron ningún resultado positivo
Ya en los primeros días de enero de 1846, Cadet Antoine y sus compañeros, habían sido conducidos con segura escolta a Santo Domingo, donde fueron internados en la Torre del Homenaje.
El coronel Vallón Simón, que había jurado lealtad a la República, y que al fugarse a su país natal fue obligado por Pierrot a alistarse en esta expedición, fue juzgado como traidor por una Comisión Militar Dominicana, y condenado a la última pena el 17 de enero de 1846. Elevo una apelación al Congreso Nacional, que la rechazó. Negado también el recurso de gracia que imploró del Presidente de la República, fue ejecutado el 28 de marzo de ese mismo año
Se trató de salvar la vida de este náufrago sin fortuna, pero la decisiva intervención de don Ricardo Miura, ministro de Santana, y apologista del Art. 210 de la Constitución, dio fin a aquel proceso. Los otros prisioneros, que constituían por su número una verdadera amenaza en la ciudad de Santo Domingo fueron distribuidos en diversas localidades del país, en espera de un canje
Nota, escrito el 21 de diciembre de 1945, al cumplirse 100 años de este acontecimiento,