LA PROVINCIA DE LA VEGA… ¡TIENE QUE DESPERTAR!
Por el Ing. César Arturo Abréu F.
Nuestra provincia de La Vega comenzó a gestarse desde la fundación de la ciudad de La Concepción de La Vega, nacida bajo el coyuntural acuerdo entre Cristóbal Colón y el cacique Guarionex en el 1494. Desde entonces, su estelaridad ha sido un factor predominante en la conformación de nuestra nación, hasta el punto de que no se podría escribir la historia de la República Dominicana si de ella se excluyera la participación libertaria, económica y cultural de los veganos.
Nuestro destino ha estado unido indefectiblemente al de nuestro país y hemos atravesado, en todos los órdenes, por períodos de bonanzas y de adversidades. Veamos: el esplendor y auge minero y ganadero de los 1500’s; el abandono, decadencia y final destrucción de la ciudad por el terremoto de 1562; la refundación y consolidación de la ciudad, hasta ser arrasada e incendiada por Dessalines en el 1805; el posterior renacer económico hasta una nueva destrucción propiciada por el terremoto de 1842; la gesta libertadora del 1844 nos infundió nuevos bríos y entre vicisitudes históricas, logramos consolidarnos cultural y económicamente, con la llegada del ferrocarril al final de los 1800’s e inicios de los 1900’s. Y es que gracias al denuedo y sacrificio de muchos veganos, si bien muchas veces hemos caído, otras tantas nos hemos levantado en una especie de vivificante resurrección moral y económica.
Somos pues, una provincia poseedora de grandes recursos humanos, de un gran acervo cultural, de ricas tradiciones, de un enorme potencial económico y productivo y por sobre todo, una inconmensurable tenacidad y una profunda y arraigada fe cristiana.
La pregunta obligada es, si en estos momentos estamos haciendo uso y aprovechando eficazmente el rico legado ancestral y las enormes riquezas naturales que nos han sido bondadosamente legadas. O por el contrario, estamos arropados por la indiferencia, la inacción y el clásico pesimismo dominicano que nos induce al desgano y al pesimismo. Analicemos:
LA VEGA ACTUAL
Sin pretender agobiarnos con números y estadísticas, desglosemos algunas de las potencialidades que tenemos como provincia.
♦ Desde hace tiempo se nos dice que poseemos 220,000 tareas sembradas de plátanos, aportando el 30% de la producción nacional.
♦ 450,000 tareas de arroz, supliendo el 25% de la demanda actual.
♦ 234,000 tareas irrigadas.
♦ 166,000 tareas de suelos óptimos.
♦ 160,000 unidades de bovinos.
♦ 70,000 unidades porcinas.
♦ 400,000 unidades avícolas.
♦ 14,000 unidades de equinos.
Todo esto permanece en una aparente situación de status quo, mientras nuestra población crece y demanda cada día más, dejando además poco margen para la exportación y generación de divisas.
Nuestra población la constituyen unas 430,000 almas y los aptos para trabajar con unas 300,000 personas. La tasa de desempleo es de un 14.65%. El 55% reside en la zona rural y el 45% en las ciudades.
Tenemos 1,200 centros educativos y 4 universidades, existiendo un déficit actual de 647 aulas.
En el 2009 la provincia de La Vega ocupó el séptimo lugar en captación de ahorros, con un monto de $7,909,400.00, siendo superada por Santo Domingo, Santiago, Duarte, La Romana y La Altagracia. De la suma ahorrada, únicamente demandó en préstamos para inversiones $3,837,900.00 (un 48.52% de lo ahorrado).
Todo lo anterior podría resumirse y entenderse, si vemos que en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) recién publicado por el PNUD y que refleja las oportunidades que se le ofrecen al individuo para su desarrollo, de las 30 provincias y el Distrito Nacional que componen el país, La Vega se encuentra en el lugar No.15, con un índice de 0.460, en donde 1.00 es lo mejor y 0.00 lo peor, o sea, que como provincia “nos quemamos” con un 46%. Para comprender mejor esta evaluación, comparándola con las provincias que nos rodean, digamos que Santiago está en un segundo lugar, Monseñor Nouel en tercero, Salcedo en cuarto, Duarte en sexto y Espaillat en el once.
Como conclusión de lo anteriormente expuesto, es obvio que las cosas no andan bien y que no estamos aprovechando adecuadamente nuestras potencialidades de desarrollo y que al parecer a los veganos nos está afectando una especie de “apagón económico” que tiene su origen en las faltas de iniciativas, creatividad e innovaciones.
Es obvio que las cosas así no pueden continuar y se hace necesario despertar a un nuevo escenario regido por nuestra realidad, por la tecnología, el conocimiento y la globalización de los mercados, el alto costo de los combustibles y la continua y creciente demanda de los alimentos.
DESPERTANDO LA VEGA
Cuando decimos “Despertando La Vega”, obviamente no nos estamos refiriendo a la composición musical del maestro José Curbelo, mejor conocida como La Alborada. Nos estamos refiriendo a que La Vega debe despertar de la especie de letargo económico en el que se encuentra sumida desde hace varios años, analizar su realidad, enderezar el camino y enrumbar sus actividades económicas por la vía que le indican las actuales circunstancias y entornos de mercado, teniendo muy presente cuáles son y siempre han sido sus potencialidades. Personalmente, siempre he creído y sostenido que hemos estado viviendo de espaldas a nuestra realidad, adoptando modelos de desarrollo -que si bien por momentos llenaron su cometido- hoy se desvanecen y lucen agotados, de manera principal el modelo basado en las zonas francas, con su secuela de “motoconcheo” improductivo e irrefrenable; abandono de las fuentes agrícolamente productivas; contando siempre con las remesas que nos envían nuestros comprovincianos desde el exterior y que benefician a un 10% de las 96,000 familias que habitan en esta provincia, siendo una de las provincias más receptoras del país, lo que nos da una connotación, con su consiguiente riesgo, de subsidiados o dependientes de otros países y economías. Esto último produce, aparte del loable efecto humano y caritativo, una especie de adormecimiento y acomodamiento, parecido al que producía “el situado” que nos enviaba España desde Méjico en tiempos de la España Boba. Todo lo mencionado ayuda a subsistir, pero no a progresar.
Mientras tanto, vemos en los medios informativos cómo venden en Japón el cacao gourmet dominicano, en Montecristi inauguran un proyecto de “banano orgánico”, cómo instituciones mocanas han desarrollado un nuevo tipo de yuca “para la exportación”. Y nosotros qué?
Muchas veces hemos mencionado que en los supermercados de Nueva York se venden trozos empacados de hojas de plátanos, producto muy utilizado por los centroamericanos para preparar sus pasteles y otros tipos de comida. Por igual, hemos dicho de la exportación de matitas de la hierba conocida como “morí-viví”, en pequeños tarros que son adquiridos, principalmente en Europa como elemento novedoso y decorativo; y ni hablar de nuestro café orgánico y otros productos, los cuales se venden a muy buenos precios en el mercado internacional. Todo eso sucede mientras nosotros, con algunas excepciones, permanecemos conformemente aferrados a la producción tradicional y minifundista.
LOS CLUSTERS
¿Qué es un cluster? La respuesta es, que un cluster es una concentración de empresas relacionadas entre sí, en una zona relativamente definida, a modo de conformar en sí misma un polo productivo especializado con etapas competitivas. Para los veganos y para el país, es harto conocido el “cluster” de los vegetales chinos, el cual ha incrementado grandemente sus exportaciones para beneficio de sus integrantes. Este tipo de producción tiene la mano amiga de la Agencia de estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El Consejo Nacional de Competitividad (CNC) tiene el liderazgo en ese tipo de estrategia en el marco de un programa que denomina “Diseño de Proyectos de Clusters Dominicanos”, conforme a la información servida por el Listín Diario, añadiendo que el CNC informó que el monto de los proyectos de clusters supera los UD$2.9 millones, o sea, que los recursos están disponibles. Si tomamos en cuenta que la mayoría de los terrenos productivos con los que cuenta nuestra provincia se podrían categorizar como minifundios o propiedades de pequeña extensión superficial, parecería que el sistema de clusters sería la panacea para nuestros pequeños productores, a quienes desde luego, hay que orientar y ayudar.
NUESTRAS PROPUESTAS
Visto todo lo antes expuesto y nuestras potencialidades resumidas en los componentes esenciales de gente, tierra, agua y sol, se impone que enfoquemos nuestra realidad mirando al campo, a la producción agrícola, no en gran escala, marco en el que obviamente, por nuestras limitaciones territoriales, no podemos competir, pero sí en productos seleccionados, de tipo gourmet, orgánicos y otros que puedan ser incorporados mediante técnicas de extensión e investigación por parte de nuestras universidades, escuelas agrícolas e instituciones relacionadas. Todo esto sin descuidar la producción tradicional, que obviamente debe garantizar nuestra suficiencia alimentaria.
Creo que corresponde a la Cámara de Comercio y Producción de La Vega, a la Cámara Americana de Comercio, a PROVEGA, a la Asociación Para el Desarrollo de La Vega, a nuestras universidades e instituciones afines y ligadas a la producción agropecuaria, trazar un plan de desarrollo agrícola coherente con nuestra realidad. Integrar las asociaciones de productores, determinar y ubicar las posibles fuentes de financiamiento, etc. en otras palabras, conformar una estructura que pueda servir de apoyo y orientación al nuevo modelo. El reto está lanzado… ¿Quién o quiénes lo asumen?
Finalmente, una “idea tonta”. Convertir en el futuro nuestra decadente zona franca y sus edificaciones, en un centro de acopio y empaque de nuestros productos agrícolas desde donde puedan distribuirse a todo el país y al exterior, recordando que La Vega está en el mismo centro del territorio nacional, exportando los vegetales y productos más perecibles por el Aeropuerto El Cibao, distante diez minutos de esa ubicación; y otra idea, tal vez más tonta: construir una línea férrea La Vega-Arroyo Barril (antigua La Vega-Sánchez) por la que podríamos exportar en vagones refrigerados, cantidades apreciables de nuestra producción t la de todo el Cibao. Por esa misma vía podríamos traer fertilizantes y petroquímicos, construyendo una Terminal para esos fines en el puerto de Arroyo Barril. La Vega se convertiría en el centro agropecuario del país.
Pero no todo debe ser economía y producción, debemos empeñarnos en ser el centro del turismo histórico y religioso del país, poniendo en valor las ruinas de La Vega Vieja, habilitando y adecuando el Santo Cerro, concluyendo en la Catedral de La Vega y proveyendo en el entorno del Parque Duarte, museos que muestren al mundo nuestras primicias histórico-religiosas.
En esos ejes principales debe centrarse nuestro desarrollo socio-económico.
¡Ojalá despertemos!!