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12 feb 2011

LA NARANJA, SU ORIGEN

LA NARANJA

ORIGEN
Fuente; soyagricultora.com

Los cítricos se originaron hace unos 20 millones de años en el sudeste asiático. Desde entonces hasta ahora han sufrido numerosas modificaciones debidas a la selección natural y a hibridaciones tanto naturales como producidas por el hombre.
La cita más antigua que se conoce procede de China y pertenece al Libro de la Historia (siglo V a. de C.). En este se explica como el emperador Ta-Yu (siglo XXIII a. de C.) incluyó entre sus impuestos la entrega de dos tipos de naranjas, grandes y pequeñas. Ello indica el alto valor que se atribuía a estas especies. La identificación de ambos tipos no puede estar, lógicamente, pero podría tratarse por la distinción explícita del tamaño de pummelos y mandarinas. Hasta el siglo IV a. de C. no se vuelve a registrar otra información. Teofrasto (327-288 a. de C.), escritor griego discípulo de Aristóteles, recoge en su obra Historia de las plantas, una amplísima información sobre más de 500 plantas, fruto de los viajes de Alejandro Magno en su conquista de Asia.
En ellas alude al cidro (Citrus medica L.), especie conocida en Media y Persia al que denomina manzana médica (Malus Medica) y del que describe sus propiedades medicinales y aromáticas, así como los caracteres morfológicos de sus flores. Virgilio (70-19 a. de C.) fue el primer escritor latino que mencionó el cidro en sus Geórgicas, destacando sus características antirreumáticas y como antídotos de venenos. Resulta sorprendente que en la Biblia, en la que se reconocen más de 200 especies, no exista una referencia clara a los agrios.
La complejidad tanto en el origen de los agrios, que probablemente no sea única, como su expansión no debe sorprender. Así, la presencia de agrios en el antiguo Egipto parece evidente aunque no ha sido probada. El arqueólogo francés Loret encontró pinturas en el templo de Karnak, y Killerman identificó semillas de agrios en sus excavaciones del sur de Babilonia, cuya antigüedad las sitúa 4000 años a. de C., estableciendo el autor que los agrios aparecieron en Mesopotamia. Otros autores atribuyen a Grecia la expansión de estas especies por Europa a principios de la era cristiana. Esta idea es rebatida por otros que, si bien no descartan un posible origen de los agrios en Mesopotamia, compartido con Palestina, argumentan una malinterpretación de Teofrasto, quien localiza su origen en Persia y que sólo posteriormente Grecia perteneció al reinado persa, lo que no justifica su presencia en la península helénica. Arabia, para algunos autores, es el origen último de los agrios.
Durante el Imperio Romano la cultura agrícola progresó notablemente, pero es fácil localizar los agrios en los escritos de la época. Así el gaditano Columela (siglo I d. de C.)en su Historia Natural cita diversos aspectos relacionados con las características, cultivo y propiedades del cidro. Más tarde, Palladio (siglo IV d. de C.) explica en su Tratado de Agricultura labores agrícolas propias del cultivo del cidro, como trasplante, reproducción, poda, riego, fertilización..., que el mismo había experimentado en sus plantaciones de Nápoles y Cerdeña.
La cultura griega también cita a los agrios en sus escritos de principios de la Era Moderna. Dioscórides de Anarzaba, hacia los años 60-70 d. C., describe en su Materia médica las propiedades medicinales del fruto y la semilla de la naranja, y Galeno de Pérgamo (130-210 d. de C.) recomienda su corteza como tónico estomacal. En su obra Histoire naturelle del oranges, los franceses Riso y Poiteau describen el origen y expansión de los agrios según la mitología griega. De acuerdo con estos autores, la más antigua noción que se tiene sobre los agrios se halla unida a las expediciones de Heracles, a quien se le atribuye la conquista de las manzanas de oro del jardín de las Hespérides.
En China existen gran cantidad de alusiones a las naranjas y limones en los escritos de la Era Moderna. Chi-Han en su libro Plantas de la región del sureste, escrito en el año 304 d.de C., describe los naranjos, limoneros y mandarinos, junto con lo que se podría denominar primera cita bibliográfica sobre el control biológico de plagas al recomendar la colocación de bolsas llenas de unas hormigas amarillo-rojizas, en las ramas de los árboles, capaces de comerse una gran cantidad de insectos dañinos para éstos. Por otro lado, Han Yen-Chih en su obra El tratado de las naranjas, escrito en 1179, describe con detalle hasta 27 variedades de naranjos, así como técnicas de vivero, trasplante injerto, riego, reconocimiento de plagas, enfermedades y alteraciones, y refiere algunas de sus propiedades medicinales.
La primera cita sobre naranjos en España se debe a Isidoro de Sevilla (562-636) quien en sus Etimologías menciona a las naranjas, pero haciendo referencia a los poemas de Virgilio. La posibilidad de que no las conociera, por tanto, no es descartable.
Los árabes fueron quienes nos legaron mayor información sobre los naranjos, citando especies distintas al cidro, única referida hasta entonces, con excepción de las oscuras citas chinas. Ali al-Masudi, historiador y geógrafo de Bagdad, publicó en el año 943 su obra Prados Dorados en la que describe la importancia de las condiciones climáticas sobre las características y propiedades de la naranja amarga (Citrus aurantium L.) y el naranjo, en lo que podríamos denominar primer estudio sobre la adaptación ecológica de las especies o variedades. Ibn Wahsiya, agricultor iraquí, señala en su libro La agricultura nabatea la presencia del limonero en Irak y menciona el naranjo amargo y el cidro como oriundos de la India. Ibn Suleyman (siglo X), israelí nacido en Egipto, en su "Tratado de los alimentos" cita numerosas propiedades medicinales y de otro tipo del cidro y su zumo. Avicena, persa, quien publicó en 1030 su "Canon de medicina", insiste en las características medicinales del cítrico y proporciona las primeras recetas de zumo de naranja amarga para preparar jarabes y productos medicinales. Inb Jamiya (1171-1193), nacido en El Cairo, escribió un "Tratado sobre el limón" en el que describe las utilidades de su corteza y zumo tanto e punto de vista médico como culinario.
Abu Zaccaria (siglo XII), natural de Sevilla, e Ibn el-Beithar (siglo XIII), fueron los dos árabes españoles más distinguido. El primero no legó una importantísima obra, "El libro de la agricultura" (traducido por Banquieri, en 1802), auténtico texto de revisión en cuantos conocimientos hasta entonces se tenían. En el capítulo dedicado a los cítricos describe, separadamente, el cidro, naranjo amargo, azamboa o bastanbón (probablemente pomelo) y el limonero, menciona alguna de sus variedades, irreconocibles en la actualidad. Trata sobre diversas prácticas culturales, como trasplante, riego, abonado orgánico, poda, aclareo, apuntalado de ramas y refiere algunas fisiopatías. El segundo publicó el Diccionario de los remedios sencillos en el que se describe tres métodos para la extracción del aceite del cidro, que han perdurado, con ligeras variaciones, hasta tiempos muy próximos, y señala sus propiedades medicinales.

La introducción de los agrios en España
En España, el naranjo está presente desde el siglo VII, aunque no es descartable que se conociera con antigüedad dadas las relaciones existentes con Italia donde, se sabe de su existencia varios siglos antes. La posibilidad de su presencia en las Islas Baleares durante el siglo V ha sido también contemplada, sobre todo porque parece probable que los agrios llegaran a la península Ibérica, desde Italia, a través del Mediterráneo. Ningún autor ha fijado la época en que comenzó a cultivarse en el litoral Mediterráneo; sin embargo Ibn al Awan, señala en sus escritos la existencia de plantaciones de cítricos en Sevilla a fines del siglo XII.
El naranjo amargo y el limonero llegaron de manos de los árabes en el siglo XI, a través de África y procedentes de Arabia. Del naranjo dulce (citrus sinenis (L.) Osb.) se desconoce cuándo y cómo fue introducido en España y no existe ninguna referencia anterior al siglo XVI relativa a esta especie. Sin embargo existen fundadas razones para creer que su presencia se remonta a mediados del siglo XV, introducido por los genoveses a través de sus rutas comerciales con Oriente. En efecto, Herrera en su tratado de Agricultura General, publicado en 1513, dedica un capítulo a los naranjos y limoneros, lo que prueba que en sus tiempos el cultivo de estas especies era ya conocido.
El mandarino se introduce en España mucho más tarde. En 1845, el conde de Ripalda promueve, a través de la sociedad económica de Amigos del País, la aclimatación de injertos en Valencia. Pero no es hasta 1856 que se inicia su cultivo a partir del material vegetal importado a la Plana de Castellón por D. José Polo de Bernabé procedente probablemente, de Palermo, Génova y Niza, donde se conocía su cultivo.
Finalmente el pomelo ha sido muy recientemente introducido en España. Las primeras plantas de las que se conocen su presencia eran de la variedad Marsh y fueron importadas por la Estación Naranjera de Levante, en 1910 desde Estados Unidos