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6 feb 2011

Remembranzas de la Ciudad de La Vega, a principio a final del siglo XIX

Remembranzas de la Ciudad de La Vega, a principio a final del siglo XIX e inicio del XX

Esta consideraciones sobre La Vega, de

Rufinito, fue la primera novela de tema patriótico de Don Federico García Godoy lanzó al inmenso valle de la literatura mundial, la primera edición fue en 1908, por la Imprenta La Cuna de América de Santo Domingo y la segunda en 1912, prologada por Federico Henríquez y Carvajal



La Vega, se asienta altiva y majestuosa, al pie de las colinas cubiertas de pinares enhiestos que forman por ese parte los primeros escalones de la hilera central, agrupación orográfica importante en que irguen sus cimas cubiertas de nubes los más elevados montes del núcleo antillano. A sus pies, sosegado y pintoresco, corre su río, que parece rodearla, como si quisiera mantenerla estrechamente en perenne y amoroso abrazo.

Y casi por todos lados, hasta perderse en los confines brumosos del horizonte lejano, se dilata ante ella la llanura ubérrima, el inmenso valle que abarca la porción más próspera y poblada de las vastas y ricas comarcas cibaeñas. De su albas radiosas y de sus espléndidas puestas de sol fluye una poesía solemne, a veces suavemente melancólica.

Mensajera de salud, la brisa que con frecuencia la acaricia viene cargada de las emanaciones resinosas de los cercanos pinares, y en las tardes limpias y serenas, a la hora en que empieza a apagarse el incendio del poniente, el apacible y eterno murmullo que sube de su río semeja el himno que rememora melancólicas tradiciones de la extinta raza aborigen, remembranzas de la ciudad tranquila e indolente de tiempos ya lejanos, y fulguraciones épicas de sus hechos gloriosos

Su origen histórico tiene intima conexión con el gran Almirante. Como un nuevo y temible jalón puesto en su marcha conquistadora, fundó Colón en su dominios del cacique Guarionex el fuerte de la Concepción, my alrededor de éste, como buscando su egida protectora, fuéronse agrupado las viviendas hasta construir la renombrada ciudad (de La Concepción de La Vega) que poco después destruyó de cuajo violenta convulsión sísmica

Algunos de los sobrevivientes de la catástrofe se corrieron hacia el sur, lugar en que estaba emplazada una ermita, y junto a ésta fue lenta y pesadamente floreciendo la ciudad actual, que durante más de dos centurias, arrastró existencia lánguida y perezosa, sumida en enervarte indolencia, sin experimentar fuertes emociones, satisfecha de su vida puramente vegetativa amenizada con frecuencia por lucidas celebraciones de fiestas religiosas y por diversiones sencilla e inocentes

En esa agradable somnolencia la sorprendió el Siglo (XIX), tan fecundo en hechos resonantes y decisivo para la antigua Española. Su despertar fue rudo y trágico. Por sus calles pasó, huracán de sangre, ola negra y monstruosa, representación viviente y macábrica de horrores apocalípticos, la horda feroz que rota y maltrecha ante los muros de la Capital, en su vergonzosa retirada, exasperada por la derrota, se vengaba pillando e incendiando poblaciones inermes, sin medios ningunos de defensa.

Casi todos sus moradores fueron arrastrados por la ola devastadora, y en horrible mezcolanza con cerdos y animales de cargas, llevados a las gemonías haitianas o a servir de esclavos a Cristóbal, el cruel y grosero rey de melodrama.

Poco después, Sánchez Ramírez, el esforzado cotuisano, impulsado por un sentimentalismo atávico, buscó y encontró en ella leales colaboradores para su obra reconquistadora, ingente y equivocado empeño de un alma llena de encendido amor por la viejas tradiciones españolas

El gobierno de Ferrand, fue, sin disputa, infamante más culto y civilizador que el de la España boba. Por causas que fácilmente se explican por ser el hecho de índole local peculiarísima, se completó en esos días el curioso espectáculo de que mientras desde el antiguo imperio azteca hasta los limites extremos de este continente se comenzaba la lucha emancipadora de España, en Santo Domingo se combatía bravamente por la m reincorporación a la vieja metrópoli.

Que hacía algunos años había cedido el país a Francia como se cede una cosa que ya no tiene para su dueño valor e importancia. Obra inspirada por un sentimiento de puro tradicionalismo, la revolución reconquistadora representa, para quien serenamente la estudia, un paso hacia atrás, un salto regresivo de funestas consecuencias.

La administración de la España boba, tocaba la asombrosa inercia, estacionaria y rutinaria hasta lo increíble, sólo sirvió para destruir los gérmenes reconstructivos y civilizadores que esparció con mamo pródiga la efímera dominación francesa. En semejante terreno era imposible que se consolidase la obra noble y prematura del ilustre Núñez de Cáceres. Esta resultó ¡ironía cruel del destino! Como el puente fabricado para pasar fácilmente de la España boba, vegetativa y nirvánica, a la férrea y ominosa dominación haitiana

Las aclamaciones del Conde resonaron también con entusiasmo en La Vega. Los febreristas encontraron en ella un pueblo en todo dispuesto a ayudarlos cumplidamente en su grandioso propósito. En La Vega lució, hecha por sus hijas las señoritas Villas, la primera bandera nacional que flameó el Cibao. Comandado por su bizarro coronel Toribio Ramírez, los veganos contribuyeron grandemente a la espléndida victoria del 30 de marzo.

De paso para Santiago, tuvo en La Vega entusiasta acogida el egregio fundador de la ´´ TRINITARIA´´. Los contingentes de tropa enviado ella se distinguieron de manera brillante en Beler y en la Sabana Larga. En los comienzos de la guerra de la Restauración de la República, en los días en que Santiago se preparaba a convertirse en inmensa pira para servir de holocausto propicio a la causa nacional, un grupo de veganos, en su mayoría casi desarmados, asaltó en la noche del 27 de agosto la veterana guarnición española de la plaza, siendo rudamente rechazado.

El más arrojado de ellos, Basilio Gil, al abalanzarse sobre un cañón, murió en el trance cosido a bayonetazos.

La guerra civil purpuro después a menudo sus calles. Ha estado siempre de parte de todas las causas nobles y justas. Defendió con tenacidad y heroísmo la administración del insigne patricio Ulises Francisco Espaillat y figuró en la primera línea en la protesta armada por el falseamiento de las elecciones presidenciales de 1886

Desde hace tiempo sus energías se encausan para mejoramiento general, exclusivamente entregada a las luchas ennoblecedoras y fecundas del trabajo. Por medio de éste ha ensanchado y transformado ventajosamente su caserío; ha operado un sorprendente cambio en muchos de sus aspectos sociales, y va caminando, lenta pero solidariamente, a la conquista de un envidiable grado de racional y efectivo progreso.