Condoleezza Rice se enfrentó a Bush por Guantánamo
La ex secretaria de Estado estadounidense cuenta en sus memorias que se sintió menospreciada por el el ex presidente y habla de sus desavenencias con Dick Cheney y Donald Rumnsfeld
Día 29/10/2011 - 14.22h
Condoleezza Rice recuerda sus años en la Casa Blanca de George W. Bush como un "enorme honor" que, sin embargo, le trajo frustraciones en Irak y Oriente Medio, donde la oportunidad de crear un estado palestino estuvo más cerca que nunca.
La primera mujer afroamericana en llegar a secretaria de Estado de Estados Unidos y la que fue, probablemente, la asesora más fiel de Bush, resume su servicio en las 734 páginas de "No Higher Honor: A memoir of my years in Washington", que llegará el martes a las librerías de todo el país.
Las memorias, que recogen también su papel como consejera de Seguridad Nacional hasta 2004, están escritas en un tono sobrio y comedido, que no esconde, sin embargo, sus frecuentes desencuentros con el vicepresidente Dick Cheney o el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
No faltan los recuerdos curiosos, como la ocasión en que el fallecido líder libio Muamar al Gadafi demostró su "espeluznante fascinación" con ella al invitarla a su tienda privada y enseñarle el vídeo de una canción que ordenó componer en su honor, titulada "La flor negra de la Casa Blanca".
Pero el verdadero interés del volumen está en sus confidencias sobre la doctrina exterior de Bush, a la que Rice se adhirió siempre sin fisuras y que refleja una etapa convulsa, marcada por una guerra contra el terrorismo que sembró la Casa Blanca de tensiones.
La revelación más sorprendente se produjo en los últimos meses en el poder de Bush, cuando el Departamento de Estado intensificaba sus esfuerzos para revivir el proceso de paz en Oriente Medio.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, aprovechó un encuentro con ella en mayo de 2008 para presentarle un acuerdo sin precedentes para crear un estado palestino, que incluía el respeto a las fronteras de 1967, una fórmula para dividir Jerusalén y el "derecho de retorno" limitado a 5.000 palestinos.
"¿De verdad estoy escuchando esto?", escribe Rice en cursiva, recreando sus pensamientos. "Concéntrate. Toma nota. No, no tomes nota. ¿Y si se filtra? No puede filtrarse, sólo estamos nosotros dos".
Olmert presentó en secreto ese plan a Mahmud Abás poco después, y le pidió firmarlo al instante. Pero el presidente palestino pidió tiempo para consultarlo con sus asesores, y la reunión en la que debían volver a debatirlo quedó en el aire, asegura la diplomática.
Bush trató de resucitar el acuerdo más adelante, pero el momento idóneo había pasado: Olmert era investigado por cargos de corrupción y Abás confiaba en obtener un acuerdo más favorable con la mediación de un demócrata en la Casa Blanca.
Consciente de que las condiciones para un acuerdo estaban "casi maduras", Rice asegura queofreció una copia del mapa de Palestina que le había entregado Olmert al nuevo Gobierno de Barack Obama, pero el presidente decidió comenzar las negociaciones de cero.
Ese relato, que Rice ha decidido compartir ahora por considerar la paz en la región una "causa perdida", muestra un Gobierno de Bush mucho más amable que el que recuerda la crisis en la guerra de Irak, especialmente durante su etapa como consejera de Seguridad Nacional.
Rice, conocida por su sintonía con Bush, se sintió en ocasiones menospreciada por el mandatario ante la cúpula militar del Gobierno en los debates más tempranos sobre la reconstrucción de Irak. Esa "debilidad" que ella misma percibía empeoró su relación con Rumsfeld, pero también con Cheney, cuyas maniobras en la sombra la indignaron hasta tal punto que en una ocasión amenazó con dimitir.
El vicepresidente tenía "una mente radicalmente cerrada", asegura Rice, que entró en confrontación directa con él cuando se negó a "hacer desaparecer" a los sospechosos de terrorismo en las cárceles secretas de la CIA.
Las memorias recuerdan también el temor que las armas químicas infundieron en la Casa Blanca de Bush, con un peculiar episodio en que el personal de la mansión creyó haber sido expuesto a una toxina mortal para la que no había antídoto posible.
Rice, que hoy enseña política internacional y negocios en la Universidad de Stanford, sorprende en sus memorias por atreverse a cuestionar las políticas de Bush, al que siempre fue tan cercana. Pero también es crítica consigo misma, como cuando recuerda que, mientras el huracán "Katrina" arrasaba Nueva Orleans en 2005, ella estaba comprando zapatos de diseño y disfrutando de un musical en Nueva York.
"Yo no sólo era la secretaria de Estado responsable de los asuntos exteriores, también era la negra con más rango en el Gobierno y una consejera clave del presidente. ¿En qué estaba pensando?", se lamenta.