EL AMBIENTE DE LA VEGA DE AQUEL ENTONCES 1843-1844
Autor, el Historiador vegano
Guido Despradel y Batista, es parte de un trabajo, para el concurso que celebró
la Sociedad “Amor al Estudio” de La Vega, con motivo del Centenario de la
Independencia Nacional, Aporte de La Vega,
a la obra de nuestra Independencia,
y publicado en, BANG, año 1949, Núm. 61-03, cap. III
El hecho histórico es necesario
arreglarlo a su propia tierra,
porque pierde su sentido humano el acontecimiento si no lo
enmarcamos, con puntos sólidos, en el
ambiente material en el cual tuvo a bien
desarrollarse. La historia no es solamente fecha y personaje, es también trozo
de la vida con todas sus inquietudes y todas sus necesidades, tanto del hombre como especie geológica como sujeto que piensa y que ama.
Pobre y desalentador era el aspecto de la
ciudad de la Concepción de La Vega, al
entrar el año de 1844. El 7 de mayo de
1942 un terrible terremoto echó por tierra sus más sólidas construcciones y
lleno de espanto el espíritu de sus habitantes.
Placide le Brun, el
progresista y activo gobernador
haitiano, le había hecho empedrar sus calles y había levantado, en el lado
oriental de sus Plaza de Armas, el llamado Palacio de Sangre, imponente construcción de piedras
y argamasa, al Sur de esta Plaza, en cuyo centro se levantaba el mamposteado
cuadrilátero presuntuosamente llamado por el haitiano dominador “ Altar de la
Patria”, estaba la Iglesia, de tapia y mampostería con un techo de paja y,
hacia el occidente de la Plaza, la casa de mampostería del rico Don Francisco
Mariano de la Mota. El progreso le sonreía,
cuando esta terrible catástrofe del 7 de mayo la convirtió en un pobre villorrio de humildes bohíos de tablas
de palmas techados de rústica yaguas.
Verdes gramíneas cubría sus
calles, de noche huérfanas de toda luz,
a no ser la de la luna, y por
donde pasaban libremente cerdos, vacas y burros. Muchos de sus habitantes
habían huido, lleno de pavor, a los campos circunvecinos y un espíritu de
abatimiento reinaba en ella, máxime
cuando como una nueva ave agorera desgracia una implacable epidemia de viruelas tocaba a sus
puertas (La epidemia de viruela no llegó a La Vega, pero si a la ciudad de
Santo Domingo. En esta ciudad el 23 de noviembre de 1943, se tuvo noticia de
los estragos que hacia la viruela en Saint Thomas. El 25 de diciembre la municipalidad se reunió, para tomar las
debidas precauciones sobre un niño que fue por oficio del médico en jefe estaba con viruela. Ya el 27 de diciembre, la
epidemia se había extendido en la ciudad Capital < ver Guido Despradel i
Batista, La Municipalidad de Santo Domingo ante
el golpe libertador del 27 de
febrero, BAGN, Nos 26-27, año 1943>)
En medio de este ambiente
empobrecido cuajado de presentimientos amargos, ambiente que inmortalizara la
pluma fecunda de García Godoy, en las
páginas de su “· Rufinito”, se apretaba
el elemento separatista vegano para responder a la llamada urgente de la Patria
sojuzgada, guiado por la palabra conveniente de
un Padre Espinosa y por el ejemplo
emulador de unas señoritas Villas y del
Orbe.
Haití, no mantuvo en nuestro
territorio un ejército de ocupación ni fuerte
ni numeroso. La gendarmería, aunque comandaba por oficiales del
presuntuoso ejercito de Occidente, estaba formada en gran parte por soldado
dominicanos, y la Guardia Nacional, vigilante del orden público en ciudades y
campos, no solamente estaba dirigida por jefes dominicanos, sino que estaba
constituida en su totalidad por elementos nativos de nuestro propio territorio.
En 1844, Felipe Alfau
trinitario fundador, era el jefe de la
Guardia Nacional de la ciudad Santo Domingo,
y los militares más distinguidos en nuestras guerras de Independencia
como Cabral, Puello, Regla Mota,
Salcedo, y otros más eran
miembros de esa institución armada durante la ocupación haitiana. Con razón
escribió el Cónsul Francés Saint –Denys
al ministro Gizot, el 3 de marzo del 1844, al referirse el golpe del 27 de
febrero, que dice “ La Guardia Nacional de la ciudad hubo podido fácilmente
apoderase, desde el primer momento del arsenal defendido solamente por
60 soldados mal armados y poco disciplinados. Pero deseando evitar, toda efusión de sangre ella prefirió esperar
hasta nuevos acontecimientos,
En La Vega, tenemos que para el
1843, el coronel Toribio Ramírez héroe más tarde en el 30 de marzo, era el
jefe de la guardia nacional, y
militares distinguidos en nuestras
luchas libertadoras como Manuel Mejía y Marco Trinidad, eran miembros de
ellas. Hemos visto que Charles
Herard conformo en su puesto de jefe del
distrito de La Vega al General de
Brigada Felipe Vásquez, soldado meritorio de la Patria.
Pero Alejandro
Charrier, jefe del departamento de La Vega, en1839 en el informe que presentó
al Presidente Boyer "sobre la situación de Ia parte española del Este'',
presentaba como jefes militares
De las secciones
de la común de La Vega, a los siguientes:
Sección de
Sabaneta a cargo del capitán Esteban de la Cruz.
Sección de Güamas
a cargo del capitán Eugenio del Rosario.
Sección de Bonao
a cargo del capitán Pedro Reinoso.
Sección de Cenoví
a cargo del capitán Juan Suárez.
Sección de La
Jagua a cargo del capitán Manuel Toribio.
Sección de Sabana
Angosta a cargo del capitán Juan Germán.
Sección de El
Palmar a cargo del capitán Pedro María.
Sección de Barranca
a cargo del capitán José Reinoso.
Sección de Jamo a
cargo del capitán Faustino de Tapia.
Sección de Santo
Cerro a cargo del capitán Raimundo Suarez.
Sección de Río
Verde a cargo del capitán Manuel María Abreu.
Sección de La
Torre a cargo del capitán Manuel Reynoso.
Sección de
Peladeros a cargo del capitán Raymundo Reinoso.
Sección de San
José a cargo del capitán Pedro Rueda.
Secci6n de
Burende a cargo del capitán Benito Rodríguez.
Estos capitanes y
los soldados que ellos comandaban en forma de la Guardia Nacional fueron los
que al proclamarse nuestra Independencia constituyeron los cuerpos de Veteranos
que tantos laureles alcanzaron en los campos de batalla.
Estos de La Vega,
en cuyas filas están los tenientes, los sargentos y los rasos cuyos nombres la
Historia no registra, fueron el fundamento para organizar ese glorioso
Regimiento Vegano que acudid a Santiago, a Talanquera, a Beller y a Sabana
Larga para ofrendar en el altar de la Patria redimida el heroísmo de sus
victorias y que emprendía marcha titánica por las escarpadas estribaciones del
macizo
Central, para
pasando valientemente por la puerta de Chingüela, cortar la retirada al enemigo en derrota en las llanuras bendecidas con sangre de
valientes del Valle de San Juan
Pronunciada La Vega el 4 de Marzo del 1844, ella fui: convertida por el
delegado Mena en el centro de las actividades para obtener el pronunciamiento,
a favor de la causa de Febrero, de las demás poblaciones del Cibao (25). Expresa el historiador García
que el día 5 de Mayo del 1844 fueron despachados para Moca en comisión 10s
veganos Bernardino Pérez y José Portes y que éstos, "regresaron por la
noche con la fusta nueva de que el corregidor José María Imbert, había
pronunciado la común el día antes". Quién envió a Moca a Pérez y a Portes?
Indiscutiblemente el delegado Pedro Ramón de Mena, porque si éste hubiera
tenido conocimiento de Ia comunicación enviada el 4 de marzo por el Corregidor
Dandonis al Corregidor Imbert
por intermedio de D Carlos Campo, no hubiera tomado semejante medida. No cabe
duda, los hombres del Cibao, amantes de su patria y de su tierra como ningunos,
querían proclamar la existencia de la Patria libre sin intermedio de
delegaciones. Un trozo del diálogo al cual hemos hecho mención anteriormente
confirma nuestro aserto.
(