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27 oct 2011

La Fuente Magna, herencia de los Sumerios en el Nuevo Mundo


La Fuente Magna, herencia de los Sumerios en el Nuevo Mundo
Uno de los hallazgos arqueológicos más controversiales de toda América es la Fuente Magna, llamada también Vaso Fuente, un gran vaso de piedra, parecido a un recipiente para efectuar libaciones, bautizos o ceremonias purificadoras.
El vaso fue descubierto en Bolivia en 1960 por un campesino en un terreno privado que se dice que perteneció a la familia Manjon, situado en Chúa, a unos 80 kilómetros de La Paz, en las cercanías del lago Titicaca.

En la parte externa, el vaso contiene algunos bajorrelieves zoomorfos (de origen tihuanacoide), mientras que en el interior, además de una figura zoomorfa o antropomorfa (según la interpretación), hay incisos dos tipos de escritura diferentes, un alfabeto antiguo, proto-sumerio, y el quellca, idioma de la antigua Pukara, civilización precursora de Tiwanaku.
En 1960, el arqueólogo boliviano Max Portugal Zamora efectuó algunos pequeños trabajos de restauración en el vaso de piedra e intentó descifrar sin éxito la misteriosa escritura que está tallada en la parte interior.
Un miembro de la familia Manjon entregó el vaso al municipio de La Paz en 1960. A cambio, la familia Manjon obtuvo un terreno en una zona adyacente a la capital. El objeto permaneció en un sótano del Museo de los metales preciosos durante 40 años.
Hasta fines del siglo XX, nadie sabía en realidad de dónde provenía la Fuente Magna y nadie podía imaginar la extraordinaria y fascinante historia que encierra.
En el 2000, dos investigadores de La Paz, el argentino Bernardo Biados y el boliviano Freddy Arce, viajaron a Chúa, lugar situado al norte del lago Titicaca, y pidieron información a los nativos de lengua aymara sobre el hallazgo de la Fuente Magna en 1960.
Inicialmente, nadie sabía informar ni sobre el Vaso Fuente ni sobre la familia Manjon, que parecía haberse esfumado. Sucesivamente, encontraron a un anciano de 92 años, llamado Maximiliano, quien después de haber observado una foto de la Fuente Magna, la reconoció como suya y la denominó “el plato del chancho”.
Maximiliano declaró que el vaso fue hallado muchos años antes en los alrededores del pueblo y que no se le dio ninguna importancia hasta que algunos hombres se lo llevaron (tal vez pagando algo a cambio), para entregarlo luego al municipio de La Paz.
Justamente así: ¡uno de los objetos más importantes de toda la historia humana era usado por un campesino como recipiente para dar de comer a los cerdos!
Bernardo Biados y Freddy Arce fotografiaron y estudiaron a fondo el célebre vaso, llegando a la conclusión de que era utilizado en la antigüedad para ceremonias religiosas purificadoras. Los dos investigadores enviaron fotos de las inscripciones al epigrafista estadounidense Clyde Ahmed Winters, quien descifró los enigmáticos grabados proto-sumerios que se encontraban al interior de la Fuente Magna.
A continuación, la traducción del recuadro central donde están los caracteres cuneiformes:
Acérquense en el futuro a una persona dotada de gran protección en el nombre de la gran Nía. Este oráculo sirve a las personas que quieren alcanzar la pureza y reforzar su carácter. La Divina Nía difundirá pureza, serenidad, carácter. Usa este talismán (la Fuente Magna), para hacer germinar en ti sabiduría y serenidad.
Utilizando el santuario adecuado, el santo ungüento, el sabio jura emprender el justo camino para alcanzar la pureza y el carácter. Oh sacerdote, encuentra la luz única para todos los que desean una vida noble.
Según los textos antiguos, Ni-ash (Nammu o Nía) era la diosa que dio a luz al Cielo y a la Tierra, en los tiempos de los sumerios. El bajorrelieve que hay en la parte interior del vaso, que puede evocar una rana (símbolo de fertilidad), según algunos investigadores es justamente la representación de Nía, la diosa de los Sumerios.
Los otros símbolos que se encuentran a los lados del bajorrelieve y en la parte adyacente a las incisiones proto-sumerias, fueron interpretados como quellca, idioma escrito de la civilización Pukara, pero no han sido descifrados.
En la parte externa del vaso hay algunos bajorrelieves zoomorfos que recuerdan a la cultura de Tiwanaku: pez y serpiente. Es muy probable que la Fuente Magna haya sido utilizada como vaso sagrado para ceremonias esotéricas que evocaban el culto de la fertilidad y la búsqueda de la pureza.
Aquí surge la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que haya inscripciones proto-sumerias en un vaso encontrado cerca al Titicaca, a unos 3800 metros de altura sobre el nivel del mar, distante decenas de miles de kilómetros del lugar de expansión de la civilización sumeria?
En mi opinión, la Fuente Magna es auténtica y es uno de los objetos antiguos más importantes del mundo a través del cual se puede conocer el pasado remoto de la humanidad, así como sus viajes interoceánicos.
Primero que todo, debe recordarse que la existencia del Nuevo Mundo era perfectamente conocida por los Fenicios y Cartagineses que circunnavegaron África en el I milenio antes de Cristo, pero sus conocimientos provenían de los Sumerios, el pueblo que a menudo se asocia erróneamente con “el nacimiento de la civilización”.
Se sabe que los Sumerios navegaban en sus embarcaciones a través de los canales del Tigris y del Éufrates con el fin de comerciar. No obstante, se conoce poco sobre la navegación marítima de los Sumerios, que tenía como base la actual isla de Bahréin, donde recientes excavaciones demostraron la existencia de un puerto comercial que estaba en actividad en el tercer milenio antes de Cristo. En los textos sumerios, el actual Bahréin se llamaba Dilmoun, y desde allí, las flotas sumerias partían hacia la desembocadura del Indo, de donde remontaban el gran río, llegando a Mohenjo-Daro para intercambiar tejidos, oro, incienso y cobre. Las embarcaciones sumerias eran lanchas que podían desplazar hasta 36 toneladas.
Según Bernardo Biados, los Sumerios circunnavegaron África ya en el tercer milenio antes de Cristo, pero, una vez que llegaron a las islas de Cabo Verde, encontraron bloqueado el paso por vientos contrarios que soplan incesantemente hacia el sureste. Por tanto, se vieron obligados a hacer ruta hacia el oeste en busca de vientos favorables. Fue así que llegaron, por casualidad, a Brasil, a las costas del actual Piauí o Maranhao. De esos puntos exploraron el continente remontando los afluentes del Río Amazonas; en particular, el Madeira y el Beni.
De esta manera, llegaron al altiplano andino, que probablemente en el 3000 a.C. no tenía un clima tan frío. Se mezclaron con la población Pukara, que a su vez provenía de la Amazonía (expansión Arawak), y con los pueblos Colla (cuyos descendientes hablan hoy la lengua aimara). La cultura sumeria influenció a la gente del altiplano, no sólo en lo que respecta a lo religioso, sino también a lo lexical. Muchos lingüistas, en efecto, encontraron muchas similitudes entre el proto-sumerio y el aymara.
Algunos sumerios regresaron al Viejo Mundo, llevando consigo coca, que fue hallada también en las momias de algunos faraones egipcios.
Últimamente, Bernardo Biados y Freddy Arce analizaron y estudiaron a fondo el monolito de Pokotia, que contiene interesantes inscripciones en la parte dorsal, las cuales pueden relacionarse también con viajes interoceánicos acaecidos antes del tercer milenio a.C.
Sólo con un estudio comparado de genética, arqueología, lingüística y ciencia epigráfica se podrá llegar, en un futuro, a la real comprensión de las relaciones entre los antiguos pueblos del mundo, con el fin de poder trazar un mapa detallado de toda la evolución humana.
YURI LEVERATTO
Copyright 2010
Se puede reproducir este artículo indicando claramente el nombre del autor y la fuente www.yurileveratto.com