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23 abr 2011

• Europa - Caída de Roma, Constantinopla y el Sacro Imperio, tiembla Bruselas

Que dice la Izquierda?

Europa - Caída de Roma, Constantinopla y el Sacro Imperio, tiembla Bruselas



Por Nicolás Barros Revista de Izquierda Internacional

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Salió el primer número de la Revista de Izquierda Internacional, vea el contenido y leela en formato pdf

Europa transita mal su decadencia final, mientras los BRIC‘s -Brasil, Rusia, India y China- ofician de sepultureros. Alemania y Francia se benefician a corto plazo, el resto los padecen y se hunden en la crisis. El medio ambiente está pasando factura por siglos de destrucción. Los trabajadores y los habitantes en general están viendo derretirse a sus pies su posición privilegiada de clase media global producto de la expoliación del resto del mundo. La burguesía europea se pensó renacida como imperio global, remedando glorias pasadas, sin embargo los bárbaros ya están a sus puertas. En el siglo pasado el fascismo de Hitler, Mussolini y de Franco ya habían anticipado esta decadencia, la clase gobernante, aterrorizada por los fantasmas de Marx y Engels, habían mostrado hasta qué grado de barbarie es capaz de llegar para tratar de salvarse.

Europa y Estados Unidos representan dos imperios en remisión histórica, ambos tuvieron su apogeo y hoy se encuentran en retroceso, sin embargo eso no quiere decir que desaparecerá de manera rápida y mucho menos lineal.

La particularidad más importante de Europa consiste en que alberga a todas las potencias capitalistas originales, cada una de ellas agotando su etapa de liderazgo y sucediéndose mutuamente como referentes regionales o globales (Austria, Hungría, Portugal, Rusia, Holanda, España, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Bélgica).

Más allá del peso económico y político que sustentan en la actualidad, se trata de estados nacionales consolidados con siglos de existencia, sustrato cultural y burguesías nacionales basadas en aparatos productivos más avanzados que en otras partes del mundo, así como en una tradición imperial secular. De hecho su confederación regional nace y se consolida como mecanismo defensivo frente al surgimiento de los ex Estados Obreros y después ante las consecuencias de su desaparición.

El hundimiento europeo y norteamericano suma entre sus causas el emerger de China, India y Brasil. Con seguridad los nuevos imperios no serán como los anteriores, pero agregan elementos económicos y políticos que conforman un nuevo escenario con un equilibrio claramente más inestable.

Es de destacar que no se observa crecimiento cuantitativo alguno del aparato productivo mundial (medios de producción y de cambio), sino el traslado territorial desde su anterior ubicación a una nueva, situada en Asia continental y el Pacífico, así como hacia América Latina en principio.

Europa es exportador neto de capitales. Las enormes ganancias obtenidas por compañías europeas terminan -en parte- invertidas en plantas fuera de la Unión Europea, por lo que la ventaja de la mayor productividad de Alemania y Francia no beneficia a esos países (al menos no como bienes de capital) y en el resto este capital literalmente no existe, de ahí que la productividad a futuro caerá irremediablemente, junto a la caída de la inversión aunque en cada país esto se manifestará de diferente manera.

El tema de la deuda intrarregional es irracional. Italia debe 1.4 billón de dólares que equivale al 115.8 % de su Producto Bruto Interno, PBI, su mayor acreedor es Francia, al que debe 511 mil millones, es decir le debe casi el 20 % del PBI francés!! España debe 1.1 billón de dólares, 238 mil millones a Alemania, 220 mil millones a Francia y 114 mil millones a Gran Bretaña.

Alemania emprendió un camino opuesto a sus socios comunitarios, respondiendo al estancamiento con medidas antiinflacionarias, lo que claramente profundiza la recesión a pesar de tener un déficit fiscal del 3% del PBI y un 12% de desempleo. El gobierno de este país decidió el aumento del impuesto a las ventas minoristas (IVA) del 16 al 19% y la edad jubilatoria pasó de 60 a 65 años escalonadamente desde el 2006.

Si tenemos en cuenta que dos tercios del crecimiento económico alemán entre el 2000 y el 2008 se debió a sus exportaciones, entenderemos porque se trata del segundo exportador mundial, lo que además le permitió mantener un importante superávit comercial. Es sintomático entonces que el 40% de sus ventas se dirijan hacia el resto de las naciones europeas, nueve veces más que sus ventas a China.

La Eurozona bajó colectivamente el precio de sus exportaciones para mantenerse competitiva en el nuevo clima económico mundial. Y a pesar de que esta medida frenara el crecimiento de su aparato productivo, fue capaz de controlar el mercado europeo. El gobierno alemán estimula esto con una estrategia monetarista que castiga el consumo interno, manteniendo los salarios planchados (congelados). Como resultado la economía alemana creció muy poco, sólo 14 % entre 1995 y el 2010, el crecimiento más lento después de Italia, porque exportó los capitales adquiridos por sus empresas trasnacionales que no fueron reinvertidos en el país.

El caso de Grecia es paradigmático, ya recibió el segundo préstamo por un total de 10,500 millones de dólares, sólo para completar un fondo en divisas a efectos de prevenir un ataque de los grandes inversionistas globales en deuda soberana. De esos préstamos no irá un solo centavo a resolver alguno de los problemas de su población. Los problemas de los griegos los están “comenzando a resolver” cumpliendo con las reformas exigidas para conceder los créditos, entre ellas bajar el déficit fiscal de 13.6% actual a 8.1% del PBI en el 2011. La receta: la misma que en todas partes, despidos, aumento de edad jubilatoria, privatizaciones, etc. ¿Alguien escuchó hablar de eso en alguna parte?

El parlamento griego aprobó la iniciativa de su gobierno poniendo a la venta la Compañía Estatal de Trenes (OSE), la productora de níquel Larco, la empresa de gas estatal (DEPA), el aeropuerto internacional de Atenas, el 20% de las acciones en la Compañía de telecomunicaciones de los Balcanes (OTE) y el total de las tierras fiscales (incluídas varias islas).

Hay casos emblemáticos como el de Rumania, cuyos dirigentes propagandizaron la necesidad de ingresar a la Unión como un mecanismo para salir del atraso. Hoy sigue contabilizando las remesas de sus trabajadores en el exterior como el cuarto rubro de su PBI, tal y como sucedía en tiempos de Nicolai Ceascescu. Más aún, miles de sus trabajadores, trashumantes como mano de obra barata son capturados, golpeados, encarcelados y expulsados de las naciones “hermanas”, Italia, España, Suiza y Bélgica.

Detrás de la debacle de la Eurozona y de los gigantescos rescates a Grecia, Irlanda, España y Portugal entre otros, en realidad se busca el salvataje de los bancos europeos, a los que esos cuatro países, más Italia, adeudan 3 trillones de dólares.

Cuando mencionábamos el retraimiento europeo esto abarca también su pérdida de preeminencia empresarial y sobre todo industrial, esto no impide que la brutal concentración mantenga muchas empresas europeas entre las líderes globales. Pero cada vez menos.

De los 50 mayores grupos globales en volumen de ingresos hay 22 europeos, de ellos 10 pertenecen al sector industrial, los 12 restantes pertenecen a los sectores financiero, de seguros y de distribución.

Otro aspecto crucial en el caso de Europa es que su dotación de recursos naturales, está ya esencialmente agotada. Esto la distancia enormemente de Asia/el Pacífico y de América Latina, aún de Estados Unidos, que en esta esfera cuenta aún con grandes masas de recursos. Sin mano de obra barata y sin recursos naturales disponibles su futuro es inexorable, aunque no necesariamente lineal.

Europa enfrenta crecientes costos para prevenir desastres ecológicos después de siglos de soportar el desmanejo humano, tales como contaminación en fuentes de agua potable, inutilización de pasturas, incorrecto tratamiento de residuos humanos sólidos y líquidos, hospitalarios, industriales y radioactivos. Y todo esto sin comenzar a reconvertir los procesos contaminantes que provocaron tal estado de cosas, sólo para la mitigación parcial y localizada de algunas consecuencias concretas.

Siglos de explotación minera, sobretodo en yacimientos de carbón y minerales no metálicos, han llegado a modificar en términos absolutos la configuración del paisaje, acabando con sierras, colinas, bosques nativos, pastizales, etc.

Un sector de la burguesía y parte de sus referentes políticos sostuvieron desde mediados del siglo pasado la meta de consolidar una clase capitalista supranacional europea. Ellos fundamentaban que el ejemplo norteamericano era un claro indicador sobre la pertinencia del plan. Los acontecimientos han demostrado la incorrección de tal perspectiva; Europa a diferencia de Estados Unidos de Norteamérica no puede concretar tal designio, debido a su diferente estadio de desarrollo, así como a sus características propias y fundamentalmente por la etapa que atraviesa el capitalismo, donde ya no tolera de manera absoluta tal pretensión.

La gran arrogancia europea sólo alcanzó para crear una entente franco alemana que mantuvo las pretensiones imperiales de esas dos naciones sobre la base de la opresión del resto. A la postre, el resto de los estados nacionales europeos van encaminados a convertirse en naciones semicoloniales (algunas claramente ya lo son) de Francia y Alemania o a enfrentarse a la perspectiva cada día más probable de abandonar la Unión. El resto de las naciones verán la necesidad irresistible - más temprano que tarde - de romper con la Unión, más concretamente con Alemania y Francia.

En síntesis, ¿qué ha hecho la Unión Europea junto a los gobiernos nacionales para mitigar los problemas? Fundamentalmente bajar costos (al menos desde el 2006), multiplicando los despidos de funcionarios públicos y trasladando plantas hacia Asia/Pacífico, aumentando el ejército de reserva permanente por encima del 15% en algunos países y llegando a superar el 25% en otros. Otra medida clásica consiste en la precarización laboral, en cualquiera de sus formas: externalización de actividades de una empresa o sub-contrataciones de terceros, reducción de horas de trabajo a la tercera parte de un tiempo completo o pasar a un régimen de trabajo por tiempo parcial,trabajo a destajo, falsos encuadres legales, pseudo cooperativización, etc. Hoy los países centrales europeos han integrado a su menú estas variantes, otrora disponibles solo en naciones semicoloniales.

Desde 1980 a la actualidad, la participación de los trabajadores europeos en la riqueza producida se redujo del 70 al 58% España tiene el 54.5% e Italia, Luxemburgo, Irlanda y Finlandia se ubican aún por debajo. Lo sugestivo es que esto se produjo en un momento de crecimiento en la economía europea y global.

Los recortes salariales se aplicaron a los trabajadores estatales en Rumania, Grecia, Portugal, España, Italia, Gran Bretaña, Hungría, Malta, Eslovaquia, Polonia, Bulgaria y Letonia. La precariedad laboral aumenta a niveles sin precedentes, el 45% de los empleados españoles entre 25 y 29 años tienen contratos temporales. Paralelo a esto se incrementan las relaciones jerárquicas abusivas y aumenta el número de accidentes de trabajo mientras caen los salarios.

Otra manifestación de esta tendencia consiste en la imposibilidad de cumplir con las cuotas hipotecarias en ascenso por despido o caída de ingresos, situación crecientemente habitual en Irlanda, Hungría, Bélgica, Polonia y España. Dentro del combo anti-crisis siempre figura la ampliación de la jornada laboral de hasta 60 horas; Gran Bretaña, Hungría, Estonia y España entre otras naciones optaron por esta iniciativa.

El plan Franco-Alemán estalló; ya no habrá Estados Unidos Europeos, pero sí una amalgama heterogénea de estados en pugna, algunos manteniendo su rol actual de semicolonias, otros pasando a ese estado, algunos sencillamente alejándose de la Unión. Hay dentro y alrededor muchos intereses atentos al desenlace. Regímenes como el italiano, polaco, belga o búlgaro muestran con su articulación institucional y una calaña dirigencial bizarra el estado de putrefacción de una superestructura osificada, de ahí con pocos reflejos frente a los cambios.

La reciente burguesía rusa, nacida junto a la china en el epílogo del capitalismo, es particularmente voraz, exenta de casi todo prejuicio, singularmente amoral, fiel a sus genes y cínicamente consciente de los tiempos que corren. Nacida y asentada sobre el cadáver de la revolución más importante que viera la historia, se ve a sí misma como impelida por un nuevo “destino manifiesto” que supone como la justificación de sus pretensiones imperiales, sólo espera ver los movimientos del eje franco-alemán a quienes respeta. Pero sólo eso.

Turquía tiene también una posición inmejorable respecto de Europa, recursos naturales y energéticos, así como tradición y ascendiente sobre las burguesías del Magreb, árabes y persas. Tiene en sí sus propios problemas. Pero también observa la futura diáspora europea como parte de una salida histórica plausible.

La integración en un bloque post crisis entre la UE y EEUU no está descartado, aunque esto sería necesariamente en detrimento del imperialismo norteamericano y una alianza EU-Rusia sería un formidable escollo a este y postularía una competencia inter-imperialista más brutal.

La superestructura no puede sino reflejar la involución estructural, observándose un desplazamiento hacia la derecha de todo el espectro político. Incluyendo los temas sociales del sexismo, la violencia de género, la xenofobia y el crecimiento de la ultraderecha así como la minimización de las expresiones de izquierda tanto electorales como en su accionar estructural. La creciente importancia de la iglesia, en la definición de la agenda, es una variable que cruza toda Europa, en mayor o menor grado con renovada virulencia, en relación a cuestiones sociales como el aborto, el divorcio y las relaciones gay. Y no son sino manifestaciones visibles de una estrategia destinada a renovar su actividad política, influyendo sobre gobiernos y regímenes burgueses con la intención de presionarlos hacia la derecha.

En cada nación europea aparecen y crecen partidos de ultraderecha, en algunos casos con fuerte presencia electoral, en otros en camino hacia ello. En Holanda el PVV (Partido por la Libertad), en Dinamarca el Partido del Pueblo Danés, en Inglaterra la EDL (Liga de Defensa Inglesa), en Hungría el Jobbik, etc.

Alemania terminó de construir el ejército ciudadano y esto ya se repitió dos veces antes en la historia. Lo que viene también será repetido. ¿Quizá el 4º Reich? En Austria, las elecciones de noviembre pasado otorgaron a la ultraderecha del FPO nada menos que el 29% de los votos. Seguramente esto tiene algo que ver con la percepción de un sector importante de las clases medias en una sociedad en la cual los turcos representan ya el 16% de la población y el 25% entre los escolares.

Los recientes acontecimientos en el Magreb y el Medio Oriente impactarán rápidamente en Europa, quien alberga contingentes muy importantes de inmigrantes de esa procedencia, los que ensayarán las experiencias recientes contra la opresión de que son objeto allí. Seguramente sus vivencias anteriores conviviendo con luchas y reclamos allí habituales incidieron de alguna manera en los actuales movimientos, sobre todo en Túnez y Argelia. Seguramente esto se reproducirá también entre la inmigración del este europeo en un futuro cercano. Nuevos contingentes buscarán las costas europeas presionando sobre naciones aletargadas y provocando tensiones políticas importantes.

En términos económicos también habrá consecuencias. A corto plazo con el precio del petróleo, ya que si bien parte importante del abastecimiento proviene de los estados magrebíes o del Levante, esos aportes pueden ser rápidamente reemplazados desde Rusia o desde las Repúblicas ex Soviéticas. Por el lado del comercio se podrían ver nubarrones serios para algunas importaciones europeas de bienes intermedios e industriales en el caso que los cambios pudieren implicar nuevos realineamientos internacionales y eventualmente alguna sustitución.

Si bien muchos desenlaces son posibles, ninguno de ellos contempla mantener o profundizar la actual Unión Europea. La dinámica del crecimiento alemán y hasta cierto punto francés lleva inevitablemente al conflicto abierto con el resto de Europa. Los enfrentamientos serán inevitables y tendrán la usual violencia de los enfrentamientos interimperialistas cuando unos buscan hegemonizar mercados o descargar la crisis propia en la espaldas de otros.

La llave de esta situación sólo la tiene el movimiento obrero, quien aún podría desde el interior del aparato productivo ser el principal soporte de una alternativa de cambio social, apoyado en los inmigrantes y otros sectores super-explotados, proponiendo poner el, aún hoy formidable, aparato industrial al servicio de las necesidades del pueblo y no de la conveniencia corporativa de las grandes transnacionales. Si bien se ha dado una importante resistencia, ésta no logra todavía superar el estadio económico de las luchas (por reivindicaciones laborales y salariales) y avanzar hacia el cuestionamiento político del régimen.

El programa europeo debe contemplar:

• Trabajo para todos los habitantes incluyendo a los inmigrantes.

• Organización política y sindical de los trabajadores desocupados e inmigrantes.

• Repatriación obligatoria de capitales de grandes empresas que los vuelcan a las finanzas o al exterior. Impuestos crecientes e inmovilización del capital.

• Inversión extraordinaria y control obrero y comunitario sobre el tratamiento de residuos industriales, hospitalarios, domiciliarios y radioactivos.

• Plenos derechos políticos y prestaciones sociales a todas las minorías y comunidades inmigrantes incluyendo la preservación de sus culturas. Enfrentar abiertamente el racismo.

• Repatriación inmediata de los ejércitos invasores localizados en cualquier lugar del mundo.

• Drástica reducción de los presupuestos de seguridad.

• Confederación Socialista Europea. ■