© Gustavo Norberto Duperré. En: “Imágenes Territoriales y Devenir Histórico”. Una Mirada al Hombre, la Cultura y la Sociedad.
Mesoamérica y la Región Andina, constituyen los escenarios que vieron florecer expresiones artísticas y culturales singulares que, aún hoy siguen despertando un notable interés por su vinculación entre lo territorial y la cosmovisión religiosa. Un entramado complejo que, impulsa a los historiadores y arqueólogos, en busca de esa relación entre la dimensión cósmica y su proyección terrenal.
Vista panorámica de la calzada de los Muertos desde la plataforma superior de la pirámide del Sol.
Fuente : http://es.wikipedia.org/wiki/Wiki
Al respecto, “es probable que en Teotihuacan existiera algún nexo entre la observación astronómica y la adivinación. La ciudad de Teotihuacan era un espacio privilegiado. Fue construída conforme a interpretación de los fenómenos celestes. Posiblemente algunas características de esta alineación correspondían a un acontecimiento celestial que se repetía cada año y que tenía un gran efecto en los espectadores, quizás por ejemplo la primera aparición anual de las Pléyades el día que el Sol cruza por el cenit […] Teotihuacan era una ciudad planificada y durante siete siglos se siguieron en ella los mismos conceptos urbanos básicos.” ( Pasztory; 1993)
Vista de la calzada de los Muertos desde la Pirámide de la Luna. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Wiki
Teotihuacan: “sitio arqueológico ubicado a una hora por carretera de ciudad de Mexico […] estuvo habitada de 150 a.C. hasta el año 750 de nuestra era […] las grandes pirámides se construyeron a principios del siglo I ” ( Pasztory; 1993)
En otro contexto geográfico y cultural, “más de 2.000 años antes de las conquistas de los incas que llevaron a la formación del Imperio de Tahuantinsuyu, los pueblos del altiplano crearon un centro sagrado en Chavín de Huántar […] en la sierra septentrioanal de Perú” ( Burger; 1993)
Chavín de Huántar. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Wiki
Este centro ceremonial de la región Andina, a diferencia de Teotihuacan, respondió a otras variables de asentamiento en el territorio, ya que, “mediante la síntesis y la apropiación de múltiples fuentes extraídas de otras zonas, Chavín estableció una “tradición inventada” que era única y extraordinariamente cosmopolita, pero que no era congruente con el medio ambiente de la sierra.” (Burger; 1993)
De este modo, los habitantes de Chavín de Huántar, crearon estructuras arquitectónicas que podrían haber sobrevivido en las zonas costeras del Perú, con otras condiciones climáticas, pero no en un sitio donde llueve más de la mitad del año. Este asentamiento, no fue un resultado acorde a las condiciones ambientales del lugar. Por consiguiente, “la capacidad de construir y mantener las estructuras, a pesar de las limitaciones ambientales, naturalmente habría de añadir más grandeza, misterio y poderío a esta iniciativa arquitectónica.” ( Burger 1993)
En Teotihuacan y Chavín de Huántar, la relación con el territorio, responde a diferentes variables de localización; en el primer caso, la congruencia entre lo cósmico y terrenal, conviven en una avenida flanqueada por edificaciones ceremoniales de un dimensión que intimida con sólo imaginar su poder e influencia en el momento de su máxima expansión urbana.
En el otro, una cultura desafía su medio natural y construye un centro ceremonial, forjando una poderosa imagen de dominio sobre el medio ambiente en la región Andina.
Referencias Bibliográficas
Pasztory, Esther. Teotihuacan, en la Antigua América, el arte de los parajes sagrados. Azabache, México, 1993.
Burger, R. El centro sagrado de Chavín de Huántar, en la antigua América. The Art Institute of Chicago, México, 1993