El centro ceremonial preincaico de Tiahuanaco, el mayor tesoro arqueológico de Bolivia, pierde su esplendor
Tiahuanaco está situado en el altiplano de Bolivia, cerca del lago Titicaca, a casi 4.000 metros de altura sobre el mar y a escasos 71 kilómetros de La Paz.
El legado arqueológico de una civilización que dominó la zona entre los años 1.500 antes de Cristo y 1.172 de nuestra era, hoy provoca una preocupación generalizada por los problemas que lo amenaza.
Los museos de Tiahuanaco tienen goteras y sus techos, mal construidos, se caen a pedazos, mientras se inunda el punto donde está al gigante monolito Bennet, que pesa 19 toneladas y mide 7,80 metros.
Los milenarios monumentos de Tiahuanaco están situados en el altiplano de Bolivia, cerca del lago Titicaca, en una región de bajísimas temperaturas y a la vez intensa luminosidad, a casi 4.000 metros de altura sobre el mar y a escasos 71 kilómetros de La Paz.
Al visitar Tiahuanaco, se hace viva la impresión de estar en un antiguo lugar sagrado, el núcleo de lo que pudo haber sido una ciudad mayor, cuyos restos todavía pueden seguir enterrados en las 800 hectáreas calculadas para el centro arqueológico y de los cuales solo se mantienen cercadas 27.
Más allá del sobrecogimiento inicial que causan los vestigios de la arquitectura de Tiahuanaco, el lugar hoy provoca una preocupación generalizada por los problemas que lo amenazan, en medio de un conflicto por la administración del centro entre el Gobierno y los habitantes aimaras del área, que pretenden ser descendientes de los tiahuanacotas, sin mayores argumentos.
La parte superior de la enigmática Puerta del Sol, el mayor emblema de Tiahuanaco, y otros monumentos líticos, están cubiertos por líquenes. Las paredes aún en pie de la pirámide de Akapana son socavadas por aguas mal canalizadas. Los museos del lugar tienen goteras y sus techos, mal construidos, se caen a pedazos, mientras se inunda el punto donde está al gigante monolito Bennet, que pesa 19 toneladas y mide 7,80 metros.
Son algunos de los daños que afectan el legado arqueológico de una civilización que, según el investigador Carlos Ponce, dominó la zona entre los años 1.500 antes de Cristo y 1.172 de nuestra era. Entre su época aldeana y la decadencia del imperio, los tihuanacotas gobernaron buena parte del actual territorio boliviano, con influencia en lo que ahora es el sur de Perú y el norte de Chile y Argentina.
MONUMENTOS SAQUEADOS Y TIROTEADOS.
Pero el deterioro no solo afecta al actual gobierno de Morales. La depredación de ese patrimonio ha tenido en el pasado ejemplos dramáticos, como el desmantelamiento de los siete niveles de Akapana, pirámide construida en el 200 antes de Cristo. Sus piedras se usaron en la construcción de puentes, viviendas e iglesias de La Paz y del pueblo de Tiahuanaco, levantado al lado de las ruinas hoy visibles y sobre otras que permanecen enterradas.
El vandalismo afectó también al monolito llamado “Fraile”, situado en el templo de Kalasasaya, que muestra el impacto de proyectiles, lo que parece probar que fue usado para tiro al blanco, extremo insólito para la conservadora griega Irene Delaveris, contratada por el municipio de Tiahuanaco para hacer una nueva puesta en valor de las ruinas.
“Bolivia tiene un patrimonio muy rico desde la prehistoria hasta la era actual y todo ese patrimonio necesita de un cuidado adecuado y lamentablemente no se le ha dado”, afirma Delaveris, que desde 2009 realiza labores profesionales de conservación, las primeras de su tipo tras más de un siglo de excavaciones.
En los primeros años del siglo XX el lugar fue saqueado por aventureros y exploradores que hicieron colecciones privadas y las sacaron de Bolivia.
La actual situación del centro ceremonial, declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000, ha causado también la preocupación de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que prohibió excavaciones en Akapana.
PIDEN A MORALES “NACIONALIZAR” TIAHUANACO.
El expresidente e historiador boliviano Carlos Mesa afirma que el estado de deterioro y la sensación de abandono del lugar son tales que dan “vergüenza”, por lo que ha pedido públicamente al nacionalista e indigenista Morales que también “nacionalice” Tiahuanaco, para darle la atención que se merece.
La impresión de vergüenza es compartida por los turistas que visitan los museos del centro arqueológico, que están bajo la gestión del Gobierno, porque las vitrinas que guardan antiguas piezas de cerámica, cráneos, piezas líticas y herramientas parecen no haber sido abiertas y limpiadas en años y son afectadas por moho y polvo.
El museo nacional de arqueología de La Paz, donde era preponderante la cultura tiahuanacota, también se encuentra cerrado mientras se realiza un inventario de sus miles de piezas y se reparan sus instalaciones, que también están deterioradas, lo que muestra que en el fondo, más allá de los problemas de gestión y las controversias entre el municipio de Tiahuanaco y el Gobierno, el patrimonio de esta cultura ha sufrido un déficit de políticas y expertos de calidad para cuidar las colecciones.
Delaveris apunta que lo que hubo en Tiahuanaco ha sido excavación sin tareas de conservación, igual a “hacer cirugías sin anestesista”. “Excavaciones arqueológicas sin conservación es un proceso destructivo”, subraya la conservadora, crítica de que en el lugar se hubiera trabajado para exponer obras monumentales, menoscabando la importancia de la preservación e investigación de los contextos de la vida de los tiahuanacotas.
La conservadora se ha planteado este año como uno de sus desafíos limpiar los líquenes que afectan la Puerta del Sol con la ayuda de un biólogo y un geólogo con los que estudiarán las mejores técnicas para ese objetivo. El pórtico pesa diez toneladas, está situado dentro del templo de Kalasasaya y es el principal centro de interés de estudiosos y turistas porque tiene un friso con inscripciones en lenguaje jeroglífico.
ara el director Nacional de Patrimonio del ministerio de Culturas, Marcos Michel, las grandes excavaciones arqueológicas en Tiahuanaco, que en las décadas de los sesenta y setenta fueron las mayores que se hacían en el mundo, fueron alimentadas en su momento por un “fervor nacionalista” que quería rescatar para la patria los símbolos del lugar, algo que también ocurrió con patrimonios arqueológicos en México y Perú.
Esa perspectiva, según Michel, no incluyó el trabajo de conservación y la curación de los materiales excavados o la creación de bodegas y museos especializados para los materiales desenterrados, ni dio como resultado la formación de museólogos, museógrafos y expertos en piezas líticas que ayuden a la preservación de Tiahuanaco.
Según Michel, sólo hay 30 arqueólogos, un museólogo y una decena de conservadores, para un país que tiene “millones” de sitios arqueológicos de diversa envergadura.
SORPRENDE QUÉ MORALES ABANDONE TIAHUANACO.
El abandono que padece Tiahuanaco sorprende porque allí Morales, de origen aimara, protagonizó dos veces, en 2006 y 2010, una suerte de entronización vestido con ropajes especiales como líder indígena, no solo de las etnias de Bolivia, sino de todo el continente, con ceremonias masivas y teóricamente ancestrales.
Morales también asiste cada 21 de junio a Kalasasaya para la celebración del Año Nuevo Aimara, al que se asigna un calendario que este año cumpliría el 5.519, un tiempo que los aimaras de Tiahuanaco defienden como el principio de las culturas andinas, pero que ha sido rechazado por las investigaciones arqueológicas serias.
Tiahuanaco aparece así como uno de los lugares antiguos simbólicos más usados por el mandatario, por lo que ha llamado la atención su reciente anuncio de que invertirá casi tres millones de dólares en la construcción de un museo nuevo en su pueblo natal de Orinoca dedicado a la “revolución cultural” que impulsa y al que llevará los miles de regalos, entre ponchos y piezas bañadas en oro, que recibió de indígenas y mandatarios.
“Primero es un justo reconocimiento a mi tierra, me debo a esa tierra que me ha parido, que me ha criado y educado. Es una responsabilidad”, dijo Morales al diario Página Siete, al señalar que no se debe “hacer todo solo por Tiahuanaco” porque es necesario crear otros centros turísticos en la zona andina boliviana.
Tiahuanaco, que en los últimos años tuvo inversiones con fondos del gobierno de Venezuela y una empresa privada boliviana, parece haber perdido preponderancia para el Gobierno, cuyo ministerio de Culturas anunció “un cambio de óptica” en la conservación del patrimonio arqueológico nacional tomando en cuenta las 36 etnias o culturas que reconoce la Constitución, en lugar de centrarse solo en una.