Powered By Blogger

Vistas de página en total

Seguidores

25 nov 2011

Memorias de San Pedro de Macorís

http://www.almomento.net/ 


Thu, 24 Nov 2011 17:58:00

Memorias de San Pedro de Macorís

Por JORGE A. JORGE*

El autor reside en Nueva Jersey.
Que los macorisanos nunca olviden que la Serie 23 es tan solo por nacimiento un derecho; pero más por divinidad, un privilegio.

Fue en 1946 cuando llegó nuestra familia, del Cibao, a residir en La Sultana del Este, único suelo donde se da el “ponceré”.  Era la primera vez que contemplábamos su mar y los bellos atardeceres. El Higüamo, repleto de goletas y pescadores que regresaban con sus ensartas de pescao colorao.
Si la memoria no me falla,  creo haber visto algunos de los últimos aviones anfibios  de la antigua Pan American  acuatizar en las aguas del mar,  frente a  la florida avenida del parque Salvador.
Para ese entonces, del esplendor de San Pedro, y “La Danza de los Millones”, sólo quedaban recuerdos, y la maravillosa gente que aún adornaba y engrandecía su pueblo.
Los nuevos forasteros fuimos recibidos y tratados como aquellos nacidos allá.  Sólo con 9 años, me di cuenta que habíamos ingresado a una sociedad de gente avanzada, donde la diferencia de clases económicas y sociales parecían no existir. Los emigrantes árabes, españoles, así como italianos y otras nacionalidades, además de procrear maravillosas familias, dominaban el comercio, llegando a ser los pilares de la economía local.
Otro grupo de emigrantes de merecida mención y respeto, es la de los nativos de las islas caribeñas, portadores de fina educación y modales de talla inglesa. Su dedicación al trabajo, las tradiciones religiosas y familiares, les sirvieron de estandarte, y se considera la mayor contribución de los isleños a su nueva tierra. Digna de mención, fue la aportación culinaria traída por los llamados ingleses, que con sus Johnnys Cakes (yanikekes y dumplins (donplins), enriquecieron la cocina criolla. ¡May God bless them for bringing the Guavaberry too! Gracias a ellos por los Guloyas y su Rey Teófilo Shilverton (Primo).
LAS ESCUELAS
De esas familias, Macorís se supo nutrir de grandes profesores, músicos, líderes obreros, médicos, abogados y profesionales en un sin número de ramas. No se queda atrás, lo que ha brillado San Pedro en el deporte. Desde la época de apogeo de los ingenios, ya se veía venir el talento beisbolistico de los petromacorisanos, especialmente aquellos de descendencia inglesa. De ese núcleo salieron los peloteros nativos, que mucha gente los creía americanos: Walter y Stanley James, Joseph Mathews (Papito Mateo),  Alfred Conton (Chico Conton),  George Sackie (Garabato),  Milton Wills  y muchos más.
Los recién llegados  entramos a las mejores escuelas  y recibimos clases de los mejores maestros. A mi me tocó entrar al 5to. curso de la Escuela Anexa (Escuela Experimental, dependencia de la Normal José Joaquín Pérez), bajo la tutela de la profesora Cochén Brea  -un látigo-,  que cuando aparecía y hablaba  hacía temblar a cualquiera.
El Colegio Episcopal San Esteban, de Miramar - por su lado- fue y tal vez aún es,  forjador de brillantes bachilleres, muchos de los cuales optaron por el sacerdocio anglicano, llegando a altas posiciones en la jerarquía eclesiástica. Entre los primeros directores de la institución está el Rdo. Archibald Henry Beer (Mr. Beer), “colorao como un tomate”, quien a la vez era cónsul de Gran Bretaña  en el Este del país. Fué relevado de su cargo más tarde por una sucesión de directores tales como Rdo. Thomas Oswald Basden, Rdo.William Wipfler y Rdo. James Douglas.
Fue desde un principio, que me llamó mucho la atención  “el civismo y macorisanismo del macorisano”. En mi pueblo, La Vega,  nunca se hubiera visto un Don Fello Kidd, desfilando vestido de bombero, ni un Don Pepe Rocca –gobernador  saludando y caminando de Miramar a pie a su trabajo, y así sucesivamente, mucha gente de importancia, demostrar ese cívico comportamiento.
LA SALUD
Algo que verdaderamente me llena de orgullo, es el hecho de que la mayoría de los macorisanos de más de 60 años hoy, nacidos en el Hospital Charles Theodore George -Hospital San Antonio- nacieron en manos de mis dos tías, Ovidia y Fredy, y mi madre Caridad Batista, dedicadas y abnegadas comadronas de esa institución.  Ojalá algunos de ustedes traídos al mundo por ellas y que tengan sus madres vivas, les cuenten esto.
Tras la muerte del Dr. George, el nombre de la institución fundada y creada por el, de un momento a otro dejó de llevar su nombre; nadie tiene una respuesta a ello. Solo la sospecha de que manos misteriosas y abogados inescrupulosos, se prestaron para que la institución no solo perdiera su nombre de pila, y fuera traspasada a equivocados herederos. Solo una pequeña calle de Miramar lleva su nombre; “El honor se deja para el que honor merece”.
Tras el resurgimiento y la llegada a las Grandes Ligas de millonarios peloteros macorisanos, además de la edificación de suntuosas casotas, era de pensarse que en una forma más eficaz esto beneficiaría la economía local. Sólo las diversas instalaciones escuelas de los equipos de las mayores, han sido hasta cierto grado, responsables de la creación de oportunidades de empleos en diversos pueblos del Este.
EL JEFE
Recién llegados nosotros a San Pedro, comenzaba la remodelación de su muelle, una obra que aunque necesaria y esperada, alteró el medio ambiente, la tranquilidad, y hasta cierto punto la forma de vida de la ciudadanía. Para proyectos de tal magnitud, es necesario de antemano determinar el impacto que eso tendría en la ecología y medio ambiente. No hace falta decir que El Jefe hacía lo que le daba la gana y le dejara amplios beneficios.
Bajo la dirección de Félix Benítez Rexach, comenzó el dragado del Rio Higüamo, y para ello fueron instaladas unas gigantes tuberías que en varias partes, cruzaban la calle Sánchez, descargando el lodo azufrado, transformando El Potrero de Mallén en lo que parecía una superficie lunar. El dragado era día y noche, las 24 horas; y con el ruido por los lugares que pasaban esas tuberías, era difícil conciliar el sueño.
Debido al dragado y el disturbio al suelo marino, ver un desfile de cangrejos por las calles de Miramar, no era nada extraño. Decía para entonces el gran comediante Don Paco Escribano: “Para hacer la cena en San Pedro, sólo hay que poner los plátanos a salcochar, y sentarse con un bate en la puerta a esperar a que los cangrejos pasen”. Me gustaría saber cuántos macorisanos conocen “El Makey”, que es aquel cangrejito que anda con su caracol al hombro, en el que se esconde, y le sirve de casa de campaña.
TEATROS
Antes de nuestros tiempos, existía el Teatro Colón, escenario - nos contaban- de grandes obras teatrales y musicales, importadas de entre las mejores de ambos continentes. Dejó de existir devorado por un voraz incendio, aún durante la época de la Danza de Los Millones. Esto dejó a Macorís sólo con los teatros Aurora, para entonces de gran categoría y el Restauración, con calidad de gallinero, siendo el último en desaparecer.
¡Señores! ¡Macorís no tiene un teatro! Con la marcha de los años, con ritmo acelerado, la ciudad se ha venido extendiendo a otros lados, mientras el centro y sus calles legendarias se ha venido arrabalizando. La calle Sánchez, con su antiguo y majestuoso edificio Morey, a salvo de algunos nuevos negocios, da señales de negligencia y abandono; muchas casas están al punto de derribarse.
La calle de Los Rieles, aunque nunca hermosa, pero sí una vía de importancia por la variedad de pequeños negocios y arteria de conexión con el hospital y Miramar, por muchos años, no pudo deshacerse de la fama por su proximidad y vía que conducía a La Arena.
LOS INGENIOS
Existen generaciones de macorisanos que no llegaron a ver las máquinas de los ingenios arrastrando vagones cargados de azúcar. Los vagones formaban un cordón en esa parte de ciudad que varias veces en el día, no permitía el paso del tráfico hacia Miramar.
Algo que ha intrigado a generaciones, es la actitud y política de todos los gobiernos, con respecto a San Pedro de Macorís. Eso tendría sus comienzos desde los primeros tiempos de la Era de Trujillo, más que nada debido al rechazo macorisano a Su Excelencia, El Jefe. Y el resurgimiento de los primeros líderes de sindicatos obreros de la nación; en este contexto, la alta figura de Mauricio Báez.
Otros macorisanos, ajenos a ese tipo de movimiento, pero si opuestos a la terrible dictadura, tales como Dr. Alejo Martínez (asesinado en Puerto Plata), profesor Adolfo Pérez (alzado a pelear en las montañas) y el doctor Antonio –Toñito- Canto, salvajemente torturado en la 40, quien no sobrevivió mucho tiempo debido al castigo y los golpes.
He aquí los apellidos de algunos amigos y condiscípulos que me es grato recordar:  Alarcón, Haché, Soto, Medina, López, Casasnovas, Robles, Escoto, Caram, Sanlley, Ruiz, Rojo, Peña, Cisneros, del Risco, Figueroa, Gómez, Canto, Molina, de Larocha, Espinal.
Algunas de de mis maestras: Flavia Coradín, Cecilia Rojo, Ofelia Moreau, Norca Pedemonte, Doña Blanca Patín de Garrido ( directora)
Que los macorisanos nunca olviden que la Serie 23 es tan solo por nacimiento un derecho; pero más por divinidad, un privilegio.
Mas que una carta a San Pedro, quiero que sirva como un retrato, que al revelarse, se salpique de sus cálidas mañanas y bellos atardeceres. Que la tibieza y sabiduría de su gente, perdure. Y que el azul de su mar sea eterno.
¡ Esa eres tú, Sultana del Este!
chiconino@msn.com