Herbert Meyer, el agente de la CIA que predijo la caída de la Unión Soviética
"La URSS ha fracasado estrepitosamente a la hora de convertirse en un país. Después de 66 años de poder comunista, la URSS sigue siendo un imperio de estilo decimonónico integrado por más de un centenar de pueblos y dominado por los rusos"
MOSCÚ, Rusia (EFE).- Dos años antes de que Mijaíl Gorbachov llegara al Kremlin, un informe se adelantó a la historia al predecir la caída de la todopoderosa Unión Soviética (1991), según confesó a Efe su autor, Herbert Meyer, entonces asesor especial de la CIA.
"Lo escribí para contrarrestar la visión de que la Guerra Fría era un rasgo permanente de nuestra sociedad y que lo máximo a lo que podía aspirar (Occidente) era a no perder", aseguró Meyer, actual analista político.
El informe "¿Por qué el mundo es tan peligroso?" fue completado en noviembre de 1983, aunque la CIA no aprobó su publicación hasta junio de 1985, tres meses después de que Gorbachov, a la postre último dirigente soviético, ascendiera a la secretaría general del Partido Comunista.
"Nadie me lo encargó", señala Meyer, que había trabajado durante diez años como especialista en la URSS de la revista estadounidense "Fortune".
Meyer cree que "el punto de inflexión fue cuando el presidente (de EEUU) Ronald Reagan, junto a la primera ministra británica Margaret Thatcher y el papa Juan Pablo II decidieron dejar de jugar a la defensiva en la Guerra Fría y lanzarse al ataque".
"En otras palabras, cuando decidieron que 'no perder' no era suficiente y que el objetivo era poner fin a la Guerra Fría de una vez y para siempre", precisa.
Vicepresidente del Consejo Nacional de Inteligencia (1981-1985), órgano asesor de la CIA y de la Casa Blanca, Meyer desglosó en su documento varios de los graves problemas estructurales que asolaban entonces a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Al final, serían esos problemas y no la acción de EEUU los que acabarían por certificar la defunción del Estado totalitario comunista, aunque, según Meyer, la política de la Administración de Reagan contribuyó en gran medida a su agravamiento.
"La URSS ha fracasado estrepitosamente a la hora de convertirse en un país. Después de 66 años de poder comunista, la URSS sigue siendo un imperio de estilo decimonónico integrado por más de un centenar de pueblos y dominado por los rusos", rezaba el documento.
"Es una cuestión de simple aritmética (...), nunca subestimes la capacidad de adaptación de los rusos, pero hay un límite y ese límite se está acercando más cada año"
El informe apuntaba que "la economía soviética está abocada al desastre (...) con índices de crecimiento por debajo del 2 por ciento y gastos en defensa que aumentaban un 4 por ciento anual".
"Es una cuestión de simple aritmética (...), nunca subestimes la capacidad de adaptación de los rusos, pero hay un límite y ese límite se está acercando más cada año", vaticinaba.
Meyer alertaba también sobre "la pesadilla demográfica de la URSS" -seis abortos de media por mujer rusa-, un factor obviado por otros analistas y que motivó el descenso dramático de la mano de obra y un aumento del peso de las minorías étnicas descontentas.
En el plano internacional, el asesor especial del entonces jefe de la CIA, Bill Casey, destacaba en su informe que "los países satélites de Europa del Este son cada vez más difíciles de controlar" debido a su progresivo empobrecimiento.
"Los dirigentes del Kremlin podrían impulsar los índices de crecimiento económico recortando el gasto en defensa o lanzando reformas económicas. Sin embargo, ambos remedios amenazarían el monopolio de poder del Partido Comunista", decía.
Todos estos factores permitieron a Meyer sacar la siguiente conclusión: "Si la URSS no deja atrás a Occidente en los próximos 20 años, nunca lo hará".
"Es difícil imaginar cómo el último imperio mundial podría sobrevivir en el siglo XXI, excepto en condiciones económicas y demográficas muy favorables, que ahora mismo no se dan y que no se darán", apuntaba en su informe.
Meyer cree que al líder del sindicato polaco Solidaridad, Lech Walesa, y al recién fallecido dirigente checo, Vaclav Havel, no se les puede quitar el mérito de haber contribuido a la desintegración soviética del 25 de diciembre de 1991.
"Un aspecto clave es que el Kremlin pensó que el tiempo estaba de su parte, mientras Reagan insistió en que la historia estaba de nuestra parte. Él tenía razón y el Kremlin estaba equivocado. Así que, cuando decidimos presionar, lo logramos", dijo.
Meyer critica a los que consideran que el fin de la Guerra Fría dio rienda suelta a los extremistas e hizo que el mundo fuera más inseguro que cuando el antagonismo nuclear garantizaba la estabilidad.
"Poner fin a la Guerra Fría fue algo bueno. El mundo es más seguro sin la URSS", dijo Meyer a Efe, quien considera imposible la resurrección del Estado soviético, en alusión al proyecto de Unión Eurasiática del primer ministro ruso, Vladímir Putin.
Con respecto al futuro, el estadounidense cree que las actuales protestas contra el fraude electoral son el segundo paso de la revolución rusa que estalló en diciembre de 1991.
"De nuevo, los rusos viven en un Estado policial. La revolución de 1991 fue el primero de dos pasos. Es imposible decir cuando se dará el segundo, pero parece que acaba de empezar", sentenció. EFE